Hay personas que viven bajo la imperiosa necesidad de querer agradar a todo el mundo y con tal fin, apenas pisan la calle, ponen en marcha su maquinaria de teatro. Se trata de ajustar la acción y la palabra al bienestar del otro, mediante la negación de mi verdadero yo. Se vive cargando dos seres en uno, el que uno es y el que uno muestra; aunque al mínimo descuido, asoma el ser que uno es, produciendo, por lo general, la más negativa de las sorpresas. No hay nada más liberador que mostrarse tal cual uno es, de manifestarse tal cual uno se siente. El aire limpio y transparente en el interior de uno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario