Hay personas que, carentes de la más mínima honestidad intelectual, ante un pensamiento elevado y elaborado, reaccionan de manera furibunda, poniendo etiquetas y difamaciones a ese pensamiento y a su autor. Creen los pobres diablos que con sus penosas y cobardes acciones pueden darle sepultura a ese pensamiento que les disgusta y a ese autor que también les disgusta. Esa poco ética conducta es algo que se repite a lo largo de la historia; pero pasa siempre lo mismo, por grande que sea el poder de los que atacan, como tener poder y tener autoridad no son la misma cosa, la Historia los aniquila sin miramientos ni contemplaciones, al tiempo que eleva a los altares a ese que ha sido atacado, porque tiene precisamente autoridad, que es lo perenne frente al poder, que es lo efímero. Ladran, amigo Sancho, luego, cabalgamos.
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