El artículo de Francisco Umpiérrez Sánchez, mi hermano, titulado Realidad, Apariencia e Imagen, lo estudiaremos en la reunión del grupo de estudio El Saber de la Filosofía; la razón: el alto contenido filosófico que encierra el mismo. Aprovechando el estímulo que me ha generado el referido artículo he creado el trabajo que a continuación les muestro.
Partimos del pensamiento de Karl Marx: “El hombre, que solo ha encontrado en la realidad fantástica del cielo, donde buscaba un superhombre, el reflejo de sí mismo, no se sentirá ya inclinado a encontrar solo la apariencia de sí mismo, el no-hombre, donde lo que busca y debe necesariamente buscar es su verdadera realidad.”
Desmenucemos primero este pensamiento. El hombre busca en la realidad fantástica del cielo. ¿Qué busca ahí?: un superhombre. ¿Qué es un superhombre?: un hombre con sus capacidades hiper multiplicadas. Pero en esa realidad fantástica no ha encontrado a un superhombre sino que, por el contrario, lo único que ha encontrado es el reflejo de sí mismo, la apariencia de sí mismo. En una sociedad más avanzada, en relación a la sociedad en la que vivimos el hombre ya no se sentirá inclinado a buscar solo la apariencia de sí mismo, sino que buscará y deberá buscar su verdadera realidad. Es el mundo venidero, si la humanidad no cae en la barbarie, el mundo donde el hombre domina lo que produce y no lo que produce lo domina a él. Por ejemplo, el mercado capitalista, un producto del hombre, hace posible la existencia de futbolistas estrellas, que forman parte de la clase capitalista: hace poco tiempo se pagó por uno de estos jugadores estrellas 222 millones de euros. Al tiempo que esto sucede casi la mitad de la población mundial sobrevive con menos de cinco dólares al día. Esta bárbara y criminal desigualdad social se presenta al común de los mortales como algo lógico y justo: “al futbolista le pagan mucho porque el lo genera”; es el pensamiento de la ideología dominante. El mercado, un producto del hombre, lo domina a él, en lugar del el hombre dominar al mercado. La verdadera realidad es que el futbolista se ha apropia, por la vía del consumo, de una riqueza que es fruto de trabajo ajeno. Pero estamos aún lejos de que el hombre busque su verdadera realidad.
En este pensamiento de Marx aparecen como opuestos la realidad de lo fantástico y la realidad de lo verdadero. Pensemos en la historia de Spiderman, el Hombre Araña. Peter Parker, la identidad secreta de Spiderman, es dos personas en una: Peter Parker y Spiderman. Peter Parker, un muchacho huérfano, muy estudioso, un hombre enclenque, incapaz de poder enfrentarse a los clásicos matones de barrio, adopta otra persona que es capaz, en la realidad de lo fantástico, de enfrentarse a seres super poderosos y malvados que pertenecen también a la realidad de lo fantástico.
Spiderman no es un héroe, es un superhéroe. Un héroe es, por ejemplo, un bombero, que en un determinado momento es capaz de poner en riesgo su vida para salvar a una persona que está en peligro. Es un superhéroe en el sentido de que tiene multiplicada sus capacidades como hombre, y no solo como hombre, también como araña, es una super araña. En la realidad verdadera Peter Parker es incapaz de enfrentarse a una diminuta lagartija, en la realidad fantástica, Peter Parker, transformado en Spiderman, es capaz de enfrentarse a los poderes malignos más descomunales.
La industria del cine americano siempre presenta la lucha en contra del crimen como un asunto individual, no como un asunto social: Un heroico policía que se enfrenta él solo al poder más criminal de la mafia, o un superhombre que se enfrenta a poderes mucho más gigantes que el poder de la mafia. No se representa al hombre como alguien que se multiplica a través de lo social, en la realidad de lo verdadero, sino que se representa al hombre que se multiplica individualmente a través de superpoderes que acontecen en la realidad de lo fantástico.