miércoles, 19 de mayo de 2021

Socialismo dentro del Capitalismo [1]

Los marxistas —marxistas revolucionarios se llaman a sí mismos— en su inmensa mayoría se empeñan una y otra vez en buscar el Socialismo fuera del Capitalismo. Aunque ellos se consideran dialécticos, en la práctica no lo son, no tienen claro que Capitalismo y Socialismo forman una unidad de contrarios, y no tienen claro que es hacia esa unidad a donde hay que dirigir la mirada para descubrir el Socialismo. El Capitalismo, como cualquier cosa, al desarrollarse engendra su contrario, el Socialismo. Durante toda la existencia de la URSS el marxismo asumió que la contradicción Socialismo-Capitalismo era una contradicción externa que se concretaba en la confrontación de EEUU con la URSS, una confrontación de dos modelos opuestos; de forma que quedó anidada en las cabezas de los mortales —independientemente de cual fuera su ideología— que la Humanidad se encontraba ante la elección de dos modelos. En esa confrontación uno podía oír por parte de la izquierda marxista cosas como que el capitalismo había fracasado, algo que es puramente metafísico, pero que es pregonado a los cuatro vientos por una izquierda que dice de sí mima que es materialista y dialéctica.
La Humanidad no eligió entre Esclavismo y Feudalismo, tampoco eligió entre Feudalismo y Capitalismo, y tampoco puede elegir entre Capitalismo y Socialismo. No puede elegir porque son etapas necesarias de su desarrollo, así como la rama o la hoja son etapas necesarias —que no se eligen— del árbol. Pero los marxistas, dominados por el modo de pensar metafísico, no ponen esfuerzo intelectual alguno en el lado positivo de la necesidad: el Capitalismo, en tanto etapa necesaria en el desarrollo de la Humanidad, es positivo, en tanto etapa que hay que superar, es negativo. La izquierda marxista solamente se dedica a refutar el Capitalismo, pero no ha justificar el Capitalismo. Dice Hegel: Refutar es más fácil que justificar —justificar es conocer y reconocer la necesidad de la existencia de algo— y el que refuta es que está más allá de la cosa, y si se está más allá de la cosa es que no se está en la cosa. Está claro que estos marxistas revolucionarios no están en la cosa, están más allá de la cosa.
Cuando estos marxistas discuten con sus oponentes participan de la idea metafísica de que se trata de elegir entre dos modelos y participan de la idea del fracaso o éxito de esos modelos. Si partieran de reconocer la necesidad del Capitalismo como etapa necesaria del desarrollo de la Humanidad no estarían prisioneros de ese pensamiento metafísico que cree que es un asunto de elección. Por eso ven lógico que en Cuba su Partido Comunista haya tomado como elección el Socialismo en lugar del Capitalismo. Para que Cuba se desarrolle económicamente es necesario que acuda al capitalismo, al capitalismo de la pequeña y mediana empresa, y que la gran empresa sea de propiedad social, la gran empresa donde, por medio de su desarrollo, se haya llegado al punto en el que, de forma natural, la propiedad se haya separado de la gestión. Mientras no se de, mediante un determinado nivel de desarrollo económico, el momento donde la propiedad se separa de la gestión, es inútil intentar que la pequeña y mediana empresa funcione fuera de la órbita del capitalismo; no es una elección, es una necesidad, la necesidad de capitalismo está determinada por el nivel de desarrollo económico. El Socialismo no puede existir en sus comienzos sin Capitalismo, dado que proviene de él, dado que las cosas son siempre el resultado de un proceso; no hay salto metafísico del Capitalismo al Socialismo, hay un proceso que lleva del Capitalismo al Socialismo, y el resultado de ese proceso no está determinado por una elección política, sino que está determinado por un determinado nivel de desarrollo económico. El Socialismo de Cuba es un Socialismo político y no un Socialismo económico. El Socialismo de Cuba está muy lejos de ser una verdadera superación del Capitalismo. La existencia material determina la conciencia —la política está dentro de la conciencia—, la conciencia, la política, no determina la existencia material; solamente a partir de una existencia material ampliamente desarrollada es que se puede construir el Socialismo, lo contrario da como resultado el Socialismo pobre de Cuba.
Una de los principios que defienden los ideólogos capitalistas es el de la propiedad privada. Como los marxistas piensan que la existencia de la propiedad privada es algo sin historia, es algo que no está sometido a un proceso, que no está sometido a un determinado desarrollo material, concluyen que la propiedad privada también es un asunto de elección, y bajo ese pensamiento se enfrentan a los ideólogos capitalistas, saliendo malparados la mayoría de las veces. La propiedad privada es tratada por los ideólogos capitalistas de forma abstracta, y en ese juego caen la gran mayoría de los defensores del Socialismo.
¿Cuál es la relación entre el Capitalismo y la propiedad privada? Esta es una pregunta esencial. En la época precapitalista la propiedad privada individual de la tierra estaba muy extendida, el campesino era dueño de su pequeña parcela y de sus herramientas y medios de trabajo, lo que ganaba era de su propiedad, era propiedad privada basada en el trabajo propio. Cuando la gran propiedad de la tierra comenzó a extenderse, toda la pequeña propiedad —en muchos casos por la vía violenta- pasó a manos de los grandes propietarios, se pasó de la pequeña propiedad de muchos a la gran propiedad de pocos. El campesino perdió su tierra y sus medios de producción y pasó a ser trabajador asalariado para el gran propietario, con una diferencia esencial, que ahora su producto no le pertenecía sino que pertenecía al capitalista. Así pues, se pasó de la propiedad privada basada en el trabajo propio a la propiedad privada basada en el trabajo ajeno. De manera que el Capitalismo inició sus pasos negando la propiedad privada, la propiedad privada basada en el trabajo propio.
El Capitalismo existe gracias al trabajo asalariado, si no hay trabajo asalariado, si la gran mayoría de la población puede vivir de lo que produce no necesita trabajar para otro, y no hay capitalismo posible. El inicio del Capitalismo consiste en la expropiación de una inmensa mayoría, que queda convertida en trabajador asalariado, puesto que la única propiedad que tiene es la de su fuerza de trabajo. Gracias a esa expropiación —viendo la cosa desde la perspectiva de clase y no de la perspectiva individual— la propiedad privada, la propiedad privada de los medios de producción y medios de vida quedó en mano de una clase, la clase capitalista. Los grandes millonarios actuales lo son gracias a que ya hace muchos años el  poder capitalista estableció que la propiedad privada quedara en manos de una clase minoritaria. De la propiedad privada de la que hablamos no existe para la inmensa mayoría, la gran mayoría de los desposeídos. El Capitalismo, tal cual  muestra la Historia de la humanidad, se inicia mediante la negación de la propiedad privada, no de la propiedad privada en general, de la propiedad privada abstracta, sino de la propiedad privada basada en el trabajo propio.
Pero el Capitalismo niega la propiedad privada una segunda vez, cuando llega a su máximo desarrollo;  sus empresas se hacen tan gigantes que se hace necesario repartir su propiedad en acciones, la propiedad deja de ser privada y pasa a ser social, aunque esa propiedad social no llega todavía a ser de toda la sociedad. Cambia el mundo pero nuestras cabezas no cambian con el mundo, así que los propios marxistas revolucionarios, de manera muy enajenada, hablan del dueño de Amazon, del dueño de Facebook, etc. Veamos la realidad más de cerca: el “dueño” de Amazon es propietario del 11% de las acciones, y el “dueño” de Facebook es propietario del 16% de las acciones. Así que ha dejado de existir el dueño privado de Amazon y el dueño privado de Facebook. ¿Eso es una decisión suya? ¿Es una decisión de la clase capitalista? No, es algo que impone el propio desarrollo capitalista. El Capitalismo al desarrollarse niega uno de sus pilares fundamentales, la propiedad privada. La superación de la propiedad privada, pues, no es un asunto de elección, de decisión gubernamental, sino que es resultado de un determinado nivel de existencia material. La superación de la propiedad privada no tiene como base material la pequeña y la mediana empresa, sino que tiene como base material la gran empresa, donde la propiedad de su capital ha dejado de ser propiedad privada personal para ser propiedad social de innumerables accionistas. La superación de la propiedad privada —la propiedad privada basada en el trabajo ajeno—solamente puede darse en aquellas empresas donde, por la vía de un gran desarrollo material, la propiedad se ha desligado totalmente de su gestión.
Si los marxistas revolucionarios miraran a la práctica, descubrirían en la práctica el paso fundamental que se da en el capitalismo desarrollado, el paso en el que  la propiedad privada individual pasa a ser propiedad social de innumerables accionistas. De ese modo, mirando a la práctica, saldrían mejor parados en la discusión con los ideólogos del capitalismo. Explicarían que la pequeña propiedad privada es una realidad que tiene que ser superada, y de esa superación se encargó hace ya mucho tiempo el capitalismo, y se sigue encargando. Y el propio capitalismo en su desarrollo se ha encargado de dejar abierta la puerta para la superación de la gran propiedad privada, mediante la socialización de la propiedad de las empresas por la vía del reparto de sus acciones.
Es en el Capitalismo desarrollado donde se da la base material necesaria para la superación de la gran propiedad privada. El primer paso lo da el propio Capitalismo, con la conversión de la propiedad privada de las grandes empresas, la conversión a la propiedad social del capital por medio de las acciones. Es el Socialismo quien tiene que dar el siguiente paso, que consiste en pasar de la propiedad social de un número determinado de  accionistas a la propiedad social plena, en el sentido de ser propiedad de toda la sociedad.
 

viernes, 14 de mayo de 2021

Valor de Uso y Valor de Cambio

 

Tengo un pequeño negocio de comidas preparadas. Yo soy el cocinero. El plato más solicitado es la ensaladilla rusa. En ocaciones, en mi casa, preparo para mí esa ensaladilla rusa.
¿Qué diferencia esencial existe entre la ensaladilla que preparo en mi casa con la ensaladilla que preparo en mi negocio? La de mi casa es producida por su valor de uso; la de mi negocio es producida por su valor de cambio. La de mi casa es valor de uso inmediatamente para mí, la de mi negocio no es valor de uso para mí, lo es para otro, pero no lo es de forma inmediata, media la venta de la ensaladilla. La de mi casa tiene que realizarse solamente como valor de uso; la de mi negocio tiene que realizarse como valor de cambio primero y como valor de uso después. La realización de la ensaladilla como valor de cambio es por medio de la venta; la realización de la ensaladilla como valor de uso es por medio del consumo. Pero para que la ensaladilla pueda realizarse como valor de cambio y como valor de uso es necesario primero que se objetive. Si por un mal procedimiento en la preparación de la ensaladilla ésta se echa a perder, mi trabajo no se habrá objetivado; y si mi trabajo no se objetiva éste no podrá realizarse ni como valor de cambio ni como valor de uso. La ensaladilla que preparo en mi casa no es producida como mercancía; la que preparo en mi negocio es producida como mercancía, porque es producida para el intercambio.
En el Feudalismo lo que el siervo producía para su consumo y el de su familia no se producía como mercancía. Lo que producía para el señor feudal tampoco se producía como mercancía, dado que ahí no había intercambio. En el capitalismo todo lo que se produce se produce como mercancía, se produce para el intercambio, para la venta.

Conceptos filosóficos: Objetivación y Realización. Lo inmediato y lo mediado. La Realización que para producirse necesita de una realización previa. No se puede producir la realización de lo no objetivado. El trabajo no objetivado no puede realizarse ni como valor de cambio ni como valor de uso. Realización del valor de uso por medio del consumo. Realización del valor de cambio por medio de la venta. El valor de uso se realiza por medio de negarse a sí mismo, de consumirse. El valor de cambio se realiza por medio de negarse a sí mismo, la negación consiste en su venta, después de la venta deja de ser valor de cambio para su comprador. La negación del valor de cambio da como resultado el valor de uso.

domingo, 9 de mayo de 2021

El marxismo y la existencia de Dios


 Una persona que se presenta como marxista manifiesta que la ciencia no ha podido demostrar la existencia de Dios, aunque tampoco se ha podido demostrar su no existencia. Añade que ante tal fenómeno la mejor postura es la agnóstica. Agnosticismo quiere decir que como no es posible conocer la verdad de las cosas, lo mejor es ni afirmar ni negar. Engels dice —con mucha razón— que el agnóstico es un ateo vergonzante. El marxismo unido a la creencia de que es mediante la ciencia como se puede demostrar la existencia o no existencia de Dios es una contradicción en el adjetivo. El círculo cuadrado es una contradicción en el adjetivo, el adjetivo contradice al sustantivo. Si la demostración de la existencia o no existencia de Dios es un asunto de la ciencia, tendríamos que preguntarnos inmediatamente qué rama de la ciencia se ocupa o se ha ocupado de este fenómeno; la respuesta es simple: ninguna. Dios es una creación del hombre, que al hombre religioso se le presenta como que es él quien ha sido creado por Dios. Lo que es reflejo, Dios, aparece como lo reflejado, y lo que es lo reflejado, el hombre, aparece como reflejo.  Lo que es una creación suya se desprende de él y lo domina. El marxismo —el marxismo de Marx y no una caricatura de marxismo— nos explica claramente, de forma filosófica científica,  el asunto de la existencia de Dios.
 

Nos trasladamos a El Capital, al tomo I del Libro 1, en el apartado El fetichismo de la mercancías: “Lo misterioso de la forma de mercancía consiste, pues, sencillamente en el hecho de que les refleja a los hombres los caracteres sociales de su propio trabajo como caracteres objetivos de los productos del trabajo, como propiedades naturales de estas cosas, y, por tanto, también refleja la relación social de los productores con el trabajo total como una relación social de los objetos, existente fuera de ellos”.
Antes de proseguir con el asunto que tratamos es necesario que nos detengamos aquí un poquito. En el Feudalismo, tanto lo que producía el siervo para sí mismo como lo que producía para el señor feudal, no se producía bajo la forma de mercancía, no se producía como valor de cambio, sino que se producía como valor de uso. De esta forma las relaciones socioeconómicas, relaciones de producción, entre el siervo y el señor feudal quedaban claras: una parte de lo producido por el siervo era apropiado por el señor feudal. Pero en capitalismo no se produce por el valor de uso —de forma inmediata—sino que se produce por el valor de cambio, se produce para vender. En el Feudalismo una parte de la producción del siervo—la que no era entregada al señor feudal— era para consumo de él y de su familia, era producida como valor de uso; en cambio, en el capitalismo el trabajador solamente produce valor de cambio, su producto ahora adquiere forma de mercancía, y los valores de uso que necesita para producir y reproducir su existencia tiene que adquirirlos también en forma de mercancías. Si soy un productor que trabajo en una fábrica de comidas preparadas y unos de lo productos que creo, en unión con otros trabajadores, es una tortilla; esa tortilla se distingue de la tortilla que preparo y consumo en mi casa en que la primera es producida como mercancía, esto es, es producida por su valor de cambio, mientras que la segunda no es producida como mercancía, no es producida por su valor de cambio, sino que es producida por su valor de uso. Una vez que la producción es producción solamente de mercancías, comienza la oscuridad y el misticismo a la vez. La forma de mercancía hace que lo que son caracteres sociales  de su propio trabajo se les presente a los hombres como caracteres objetivos de sus productos. La forma de mercancía hace que lo que son caracteres sociales de su propio trabajo se les presente como propiedades naturales de sus productos. La forma de mercancía hace que la relación social de los productores con el trabajo total —el trabajo de las distintas ramas de la producción— se les presente como una relación social de los objetos —por ellos producidos— y cuya existencia existe fuera de ellos. Esa existencia se convierte en un poder sobrenatural, suprasensible, más allá de los sentidos, y que domina a los propios productores, los trabajadores. Esta inversión de la realidad se produce independientemente de la voluntad de los hombres y, por lo tanto, mientras se siga produciendo como mercancía, esta inversión de la realidad seguirá existiendo. 

Este poder independiente —que ha sido creado por el hombre y que, sin embargo, lo domina a él, y que se le presenta como que está fuera de él— se hace aún más aplastante cuando el valor de la mercancía —la cantidad de trabajo humano contenida en ella— sufre la siguiente metamorfosis:  de existir en forma de Valor de Uso pasa a existir en forma de Dinero, cuando, por ejemplo, un rascacielos —resultado de un trabajo social inmenso— se vende, y mediante esa venta, su valor pasa a la forma de dinero, desapareciendo así la verdad de su procedencia, que es producto de trabajo social. Este misticismo de la mercancía cuando existe en forma de dinero se manifiesta intensamente en un spot publicitario que dice más o menos así: “El dinero no crece en los árboles, el dinero crece con Amazon; invierte en acciones de Amazon”. Nadie ve contradicción alguna en ese anuncio y, mucho menos, ve lo que ese anuncio manifiesta: Que el dinero —una forma transfigurada del valor de la mercancía, una forma transfigurada de trabajo humano— se le presenta al conjunto de la sociedad como una cosa que es capaz de multiplicarse por sí misma, que es capaz de hacerte rico si eres un mago financiero, y si no te haces rico, no es porque seas miembro de una clase que es explotada por otra clase, sino porque no has tenido suficiente oportunidades en la vida y has tenido mala suerte. Así, con esta inversión de la realidad, se justifica la descomunal riqueza de la que es propietaria una persona como, por ejemplo, Bill Gates.
 

Vamos ahora con una segunda cita que es complemento de la primera. “Esa aparente relación entre los objetos —entre las mercancías— no es más que la relación social determinada de los mismos hombres, la cual adopta aquí —en el mundo donde los productos del trabajo adoptan la forma de mercancía— la forma fantasmagórica de una relación entre cosas. De ahí que para hallar una analogía tengamos que trasladarnos a las regiones nebulosas del mundo religioso. Aquí, los productos del cerebro humano parecen dotados de vida propia, independientes, en relación entre sí y con los hombres. Lo mismo ocurre en el mundo de las mercancías con los productos de la mano humana. Esto es lo que yo llamo fetichismo, que se adhiere a los productos del trabajo en cuanto se producen como mercancías y que, por consiguiente, es inseparable de la producción de mercancías”.
Esta es la posición del marxismo —del marxismo de Marx— en relación a los productos humanos, uno material (la mercancía) y el otro inmaterial los seres del mundo religioso. En ambos casos, lo que es creación del hombre se presenta como algo que existe fuera de él, con un poder sobrenatural y que lo domina. Marx plantea el problema de la religión, el problema de la existencia de Dios, como el resultado de una producción espiritual humana: Dios es una creación del hombre y no el hombre es el resultado de una creación de Dios. Es por medio de las ciencias sociales y no por medio de las ciencias naturales cómo se llega a la verdad de la existencia de Dios; algo que es producido por las cabezas de los hombres y que existe solamente en la cabeza de los hombres, pero que, sin embargo, a los hombres se les presenta como algo que existe fuera de él y que existe de por sí.
 

Nos falta una última cita de Marx, que dividiremos en dos, para entender cuándo será que Dios desaparecerá definitivamente de entre los vivos. La cita: “El reflejo religioso del mundo real solo puede desaparecer, en general, cuando las relaciones de la vida práctica cotidiana representen día a día, para los hombres, relaciones claramente racionales entre sí y con la naturaleza”. Pongamos atención primero a “Relaciones racionales de los hombres entre sí”. ¿Qué es lo contrario de lo racional? Lo irracional. Es irracional que a nivel mundial tan solo una extrema minoría de 26 personas posean la misma riqueza que la mitad de la población planetaria, 3.800 millones de personas. Es irracional que en España un futbolista como Messi —un capitalista que da patadas a un balón— gane, en cuatro años, más de 500 millones de euros, o que el rentista Amancio Ortega gane en un año —solamente en concepto de dividendos— unos 1.200 millones de euros; es irracional porque al mismo tiempo —acentuado por la COVID-19— existen en España 10 millones de pobres.
Pongamos atención ahora a “Relaciones racionales del hombre con la naturaleza”. Vamos a un ejemplo de los miles que existen.  El mar de Aral, entre Kazajistán y Uzbekistán, era el cuarto lago más grande del mundo en la década de los 60 del siglo pasado. Los sistemas de riego para cultivos de cereal y algodón a partir de esa época provocaron que en la actualidad su superficie se haya reducido en un 90%. 

Pero donde las relaciones entre los hombres adquieren el culmine de lo irracional son en las guerras; el mundo capitalista tiene en su haber dos guerras mundiales —la segunda con más de 50 millones de personas muertas— y un sinfín de guerras locales, detrás de las cuales está la mayoría de las veces los intereses económicos del imperialismo occidental en general. Tamaña irracionalidad del mundo real produce inevitablemente un reflejo religioso en las cabezas de la gran mayoría de las mortales; prolongando la existencia de Dios, o de las distintas divinidades, a lo largo y a lo ancho del amplio mundo.
Vamos con la segunda parte de la cita. “La figura del proceso social de la vida, o sea, del proceso material de la producción se arranca su velo místico de niebla tan solo cuando, en calidad de productos de hombres libremente socializados, se halla bajo su control consciente y sistemático. Sin embargo, para eso se requiere una base material de la sociedad, o una serie de condiciones materiales de existencia, que son, a su vez, el producto natural de un largo y doloroso desarrollo”.
¿De qué depende, pues, que Dios —y las distintas religiones en general— deje de existir? Depende de la transformación de las condiciones materiales de existencia actuales. ¿A dónde fueron a parar  el gentío de dioses del mundo egipcio, del mundo griego, del mundo romano? ¿Qué rama de las ciencias naturales demostró su no existencia? Nada pinta la ciencia natural en este asunto. Toda esa pléyade de dioses se fue, desapareció sin dejar rastro, con la desaparición de las  condiciones materiales de existencia propia de esos mundos.

viernes, 7 de mayo de 2021

Saber Pensar


 A mi artículo “Trabajadores ricos, capitalistas pobres” un amigo de las redes responde: “En este caso, no solo es el trabajo...es el valor que se le da a su trabajo y el por qué...el por qué pregúntatelo...el dinero no se lo dan porque sí...creo que él lo genera, de otra manera no sería comprensible...¿quiénes apoyan que gane ese dinero...?...los aficionados al fútbol y muchos son obreros.”
A esa crítica yo respondí lo siguiente: “Me parece, que tienes que leer de nuevo el artículo y esforzarte en rebatir los conceptos y los razonamientos que en él se vierten. Si no, el rebatir el pensamiento elaborado estaría al alcance de cualquiera. ¿Por qué crees tú que durante tanto tiempo se pensó que la Tierra era el centro del Universo? Por gente como tú, que pretende obtener la verdad de las cosas, no desde su esencia, sino desde su apariencia”.
Luego el escribió esto otro: “Todos pretendemos obtener la verdad y procuramos no ser engañados...yo tengo claro, que yo no podría ganar ese dinero jugando al fútbol...los aficionados son los que hacen posible que un jugador gane ese dinero....cosa que no pasa en la política sin embargo, nos sacan toda la pasta posible obligados...el fútbol no te obliga...tu pagas de manera voluntaria....se que es demasiado dinero el que ganan, pero insisto...a mi no me lo pagarían.”
La respuesta y la reflexión finales pasan a ser, ahora, contenido del presente artículo. Cualquier oportunidad es buena para la creación de razonamientos y exposición de conceptos. A eso voy.
Cuando miramos al pasado y vemos como la Humanidad creía firmemente que el Sol giraba alrededor de la Tierra, pensamos que nosotros nada tenemos que ver con la gente que estaba dominada por esa creencia, pensamos que nosotros estaríamos con los que se revelaban en contra de esa  fe, pensamos que nosotros formaríamos parte de los herejes, pensamos que pasaríamos a la Historia como espíritus libres y no como espíritus gregarios. Pero de lo que nosotros pensamos que somos a lo que verdaderamente somos hay un gran trecho. Resulta que hay un modo de saber de qué parte caeríamos nosotros si viviéramos en esa época; se sabe por nuestro comportamiento en el presente mundo. ¿De qué lado estaba Nicolás Copérnico? Del lado de la ciencia. ¿De qué lado estaba la inmensa mayoría? Del lado de la creencia, del lado de la religión. ¿Qué es lo opuesto a la ciencia? La creencia. ¿Por qué es necesaria la ciencia? Porque, como dice Karl Marx, la mayoría de las veces la esencia de una cosa no coincide con su apariencia.
¿De qué lado está nuestro amigo? Del lado de la creencia, él mismo, al referirse a lo que gana el famoso futbolista, se expresa en estos términos: “Creo que él lo genera, de otra manera no sería comprensible.” ¿De dónde obtiene su saber la creencia? Del mundo de las apariencias y no del mundo de las esencias. Del movimiento aparente del Sol alrededor de la Tierra sacó la gente del pasado su creencia; al contrario de ello Copérnico sacó su ciencia a partir de la esencia que era ocultada por esa apariencia. ¿De dónde sacan su creencia los que afirman que Messi genera lo que gana? Del mundo de las apariencias; y no hay apariencia que oculte más que la del dinero. Solo hace falta estar atentos a la publicidad que se muestra en Youtube donde te invitan a invertir, incluso ahora, a partir de un céntimo de euro, te invitan a que compres, no ya acciones, sino fracciones de acciones; y de ese modo se hace más intensa aún la enajenada idea de que el dinero viene del dinero; eso es lo que nos dice su apariencia. Pero la esencia es que el dinero es una forma de existencia del valor así como lo son las acciones, o los bonos de deuda pública, etc.; la esencia es también que el valor es cantidad de trabajo social humano.
Cuando Messi cambia, por ejemplo, un millón de euros por una casa, para que ese cambio no sea desigual, el tiempo de trabajo empleado por Messi para generar un millón de euros tiene que ser igual al tiempo de trabajo empleado en generar esa casa. El tiempo medio de fabricación de una casa, tirando por lo bajo, es de 12 meses. El cambio será igual cuando Messi sea capaz de construir en ese mismo tiempo —él solo— una casa del mismo valor. El dinero a Messi, no le viene de jugar al fútbol, le viene de la publicidad, y el dinero de la publicidad viene de lo que los trabajadores de la empresa que se publicita producen. Para que Messi mereciera ganar lo que gana tendría que ir casa por casa, por todo el mundo, anunciando un conjunto de productos. ¡Que empiece por China y verá lo lejos que llega! Lo que Messi gana —aunque la apariencia diga lo contrario— no lo genera él sino que lo generan los trabajadores de las empresas que se publicitan.
Dice mi amigo: “Todos pretendemos obtener la verdad”. Precisamente, porque todos “pretendían obtener la verdad” es que la inmensa mayoría, en su tiempo, tenía la certeza de que el Sol giraba alrededor de la Tierra. Para obtener la verdad no es ni mucho menos suficiente la pretensión, es absolutamente necesario tomar como punto de partida la ciencia y no la creencia (la religión), tomar como punto de partida la esencia y no la apariencia. Mientras mi amigo —y los que piensa y respiran como él— siga pretendiendo alcanzar la verdad partiendo de las apariencias de las cosas, ha de saber que no va a llegar a ella nunca jamás.
Por último, lo de que “No te obligan a pagar por ver el fútbol”. Otra creencia que proviene del mundo de las apariencias. Supongamos que para llegar a mi casa cuando regreso del trabajo tengo dos caminos uno es muy largo y otro bastante corto. Por no se qué triquiñuelas ese camino corto pasa a ser de propiedad privada, entonces, el propietario pone un precio —que no un valor, porque solamente el trabajo es el creador de valor— al transitar por ese camino, y queda establecido así durante años, y pronto las nuevas generaciones ven eso como lo natural y lo eterno. Un nieto mío, levanta su voz en contra de tener que pagar por echar por ese camino corto, y viene gente como mi amigo de la redes a decirle que al él nadie lo obliga a pagar. Eso es lo que ha sucedido con el fútbol, lo que antes no era mercancía, el ver un partido de fútbol, el poder económico —nada tiene que hacer el poder político ante el poder económico— lo convirtió en mercancía. Así que claro que te obligan a tener que pagar por ver un partido de fútbol. La clase capitalista, si no les pone freno, te convierten en mercancía hasta el aire que respiras. Menos creencia y apariencia, y más ciencia y esencia.

martes, 4 de mayo de 2021

Trabajadores ricos, capitalistas pobres

En relación a mi artículo “Podemos contra Vox”, Roberto Vaquero manifiesta lo siguiente: “Me ha gustado, solo hay una cosa que no comparto, la pertenencia a la clase obrera o la burguesa está marcada por la posición que se ocupa en los medios de producción. Messi no es un burgués por cobrar mucho del Barcelona, lo es porque además es un empresario”
En España una empresa pequeña con una plantilla de entre 19 y 49 trabajadores suele facturar al año menos de dos millones de euros. Tal riqueza es creada por el conjunto de esos trabajadores, de esa riqueza el empresario se apropia una parte; supongamos que se apropia de un millón de euros, comparemos esa cantidad con lo que ganará Messi a lo largo de cuatro años, 139 millones de euros por año. 139 años necesita ese empresario para ganar lo que Messi en un año. Según Roberto Vaquero, nuestro empresario es un capitalista y nuestro futbolista un trabajador. Rara contradicción que nuestro Roberto Vaquero para nada se plantea, y si no se plantea la contradicción, mucho menos se planteará la búsqueda de la explicación de esa contradicción. Son legión los marxistas que conciben el mundo capitalista actual, como si fuera el mundo capitalista de la Europa de Marx o el de la Rusia de Lenin. El mundo capitalista actual es exageradamente más complejo de lo que era en esas épocas, y las formas de apropiación de trabajo ajeno, las formas de apropiación de plusvalía, se han multiplicado sobremanera. Frente a un mundo tan complejo no sirven para nada los conceptos petrificados —que es lo propio del modo de pensar metafísico—, conceptos que no se muevan con el mundo. Una de las esencias del capitalismo es la propiedad privada, pero no la propiedad privada en general, sino la propiedad privada basada en la apropiación del producto del trabajo ajeno. Si en un año de trabajo ese conjunto de trabajadores ha generado una riqueza de dos millones de euros y la ponemos frente a la riqueza de 139 millones ganados por Messi en un año, es fácil comprobar que Messi se ha apropiado de una riqueza 137 millones de euros por encima de la riqueza producida por esos trabajadores.
¿Qué es el dinero? Es el valor de las mercancías expresado en forma de papel moneda y no en forma de valor de uso. Para descubrir el hecho de apropiación de trabajo ajeno por parte de los millonarios “trabajadores” del fútbol es completamente necesario que el dinero sea traducido, al menos mentalmente, a valores de uso. Dice Marx que los valores de usos constituyen el contenido material de la riqueza. Una vivienda media en España de 50 metros cuadrados cuesta unos 90.000 euros; los 139 millones de euros ganados por Messi en un año son igual a 1.544 de esas viviendas. Si somos verdaderos comunistas tendremos que denunciar a los cuatro vientos que la desigualdad social entre nuestro empresario y su empleados es infinitamente menor que la que existe entre Messi y esos trabajadores, una desigualdad descomunal, escandalosa y criminal. Y si somos verdaderos marxistas tendremos que defender científicamente la ley del valor descubierta por Marx, que nos dice que el valor de una mercancía, esté en forma de valor de uso o en forma de dinero, es igual al tiempo de trabajo socialmente necesario para producirla. De acuerdo con esta ley del valor no podemos admitir entonces como verdadero que un año de trabajo de Messi sea equivalente al trabajo de multitud trabajadores que producen, en un año, 1.544 de las referidas viviendas. Un intercambio desigual —1.544 viviendas por un año de trabajo futbolero— es la base material para la apropiación de trabajo ajeno por parte de Messi.
Roberto Vaquero, al igual que muchos marxistas que no tienen sus cabezas en la época en la que vivimos, está, sin tener conciencia de ello, a favor de una injusticia social tan brutal y criminal como la que aquí se describe y a favor de los defensores del capitalismo que se han negado ha reconocer durante siglos que el valor de una mercancía, se encuentre en forma de valor de uso o  en forma de dinero, está determinado por la cantidad de trabajo social medio que se necesita para su producción.
El mundo que hay que transformar es el actual mundo y no el que existió hace ya más de un siglo. Pero para transformarlo hay que conocerlo a fondo, y para ello no hay mejor herramienta que la que nos ofrece la obra teórica de Marx. Para hacernos con esa producción teórica no vale con la mera lectura, sino que es absolutamente necesario el reiterado estudio; y no vale tampoco el marxismo sin filosofía, porque el marxismo sin filosofía, filosofía materialista y dialéctica, ya no es marxismo sino religión. El diablo anda suelto —sea uno creyente o no— y apenas uno se descuida está defendiendo los intereses del enemigo. Interés del enemigo es hacernos creer que lo que un futbolista gana lo genera él, hacernos creer que Messi con su trabajo en un año crea una riqueza equivalente a un millón quinientas cincuenta mil de las referidas viviendas. Interés del enemigo es hacernos creer que es justo que los futbolistas estrellas ganen lo que ganan al tiempo que más de la mitad de la población a nivel mundial viva con menos de cinco dólares al día. Que se prolongue un años más el famoso virus y con él las medidas restrictivas para la asistencia a los estadios, y que las empresas comiencen a cerrar y que aumente el paro, y que los trabajadores tengan que elegir entre comer o pagar el fútbol para verlo por televisión; el fútbol se viene a pique y con él se viene a pique también la posibilidad de apropiación de trabajo ajeno por parte de los futbolistas estrellas.
Toda la riqueza que se produce en el mundo capitalista desarrollado es social, da igual que esta riqueza exista en forma de dinero o en forma de valor de uso; pero la apropiación de esa riqueza es privada, que es la contradicción esencial de la sociedad capitalista; y lo que hay que aprender de una vez por todas es que las formas de apropiación de esa riqueza social creada por el conjunto de la clase trabajadora, y no por los trabajadores particulares de esta o aquella empresa particular, es apropiada de las formas más diversas por la clase capitalista. Una suma de dinero que sobrepasa una determinada cantidad se convierte de inmediato en capital, se convierte de inmediato en un medio de apropiación de trabajo ajeno. Si por mi arte, mañana me dan un premio de un millón de euros, me están dando la posibilidad real de apropiación de trabajo ajeno. ¿Qué es el interés? La apropiación de trabajo ajeno. ¿O es que estamos de acuerdo  con la ideología capitalista que nos dice que el dinero proviene del dinero?
¿Cuándo se hace realmente y materialmente posible la superación de una sociedad dividida en clases? Cuando la clase dominante comienza a ser superflua y a la par se vuelve parasitaria. ¿Qué son los millonarios, sean chicos o grandes, sean futbolistas o especuladores financieros, sino unos parásitos? ¿Qué hacen los directivos —que por lo que cobran, también pertenecen a la clase capitalista— de las grandes corporaciones? En lugar de invertir en la producción invierten en la compra de acciones de la misma empresa, con el fin de revalorizar  dichas acciones y así aumentar su riqueza personal. Esa es la tendencia, no invertir para producir, sino invertir para parasitar. Esa es la realidad del capitalismo de los países desarrollados.
Cuando un millonario como Messi compra, por ejemplo, deuda pública de su propio país, Argentina, ¿qué está haciendo realmente? Apropiarse de una parte de lo producido por la clase trabajadora Argentina, por medio de los impuestos y de los recortes de prestaciones en sanidad y educación a los que los trabajadores están sometidos. Y cuando peligra la inversión de los tenedores de bonos, viene el Fondo Monetario Internacional ha dar un préstamo al gobierno; préstamo que se usa para pagar a estos tenedores de bonos y no para la construcción de carreteras, para la creación de industrias, para la creación de colegios y universidades, para la creación de centros sanitarios y hospitales.  
El verdadero poder con el que la clase trabajadora se enfrenta a nivel mundial es con el poder de la oligarquía financiera, que está continuamente —sin producir absolutamente nada, ni como trabajador ni como empresario— apropiándose de trabajo social.
La pertenencia a la clase burguesa no está determinada “por la posición que se ocupa en los medios de producción” —proposición bastante oscura y superficial, por cierto—, sino que está determinada por quién es el sujeto económico que se apropia de la riqueza que es producida socialmente. Esta riqueza no es apropiada por la sociedad, esto es, por quien la produce, sino que es apropiada de forma privada por parte de una minoría, la que constituye la clase capitalista. Un futbolista estrella se apropia de más riqueza social, con escandalosa diferencia, de lo que se apropia cualquier mediano o pequeño empresario.
Si uno se equivoca  de blanco y dispara al blanco que no es, termina perdiendo la batalla y la guerra, y, de ese modo, lo único que se consigue es que este capitalismo decadente, explotador y parasitario se perpetúe. ¡Qué Dios nos coja confesados!
Para terminar. Dice Karl Marx en su obra El Capital: “El capitalista que produce plusvalía, es decir, que succiona directamente trabajo no retribuido de los obreros y lo fija en mercancías, es el primero en apropiarse esta plusvalía, pero no es el último propietario de ella. Después tiene que repartirla con capitalistas que desempeñan otras funciones en el conjunto de la producción social. La plusvalía se divide en diferentes partes . Sus fracciones corresponden a diferentes categorías de personas y revisten formas diversas, independientes unas de otras, tales como ganancia, interés, beneficio comercial, renta del suelo, etc. Son formas transfiguradas de la plusvalía”.
¿Quien falta en este reparto de la plusvalía generada por la clase trabajadora y que es omnipresente en el capitalismo desarrollado y complejo del mundo actual? La publicidad. ¿Cuál es el medio más poderoso para la realización de la publicidad? La televisión. ¿Qué hizo la clase capitalista? Transformar en mercancía lo que anteriormente no era mercancía: el ver por televisión un partido de fútbol. La exorbitante ganancia de Messi proviene de una parte de la plusvalía que se le succiona a la clase trabajadora. La riqueza social de la que se apropia Messi en cantidad descomunal y criminal, es una forma transfigurada de la plusvalía.
Que sea Karl Marx el que tenga la última palabra: “La ilusión que crea la forma de dinero se esfuma inmediatamente, tan pronto como en vez de fijarnos en el capitalista o en el obrero individual consideramos la clase capitalista y la clase obrera en su conjunto”

lunes, 3 de mayo de 2021

Podemos contra Vox


 Un cartel de propaganda electoral de Vox reza así: “Un mena 4.700 euros al mes, tu abuela una pensión de 426 euros al mes”. Frente a esto Podemos reacciona presentando una denuncia, pero una jueza niega que haya ilegalidad en lo que proclama el cartel. Para enfrentar a Vox Podemos se pelea con los periodistas y se niega a debatir con esa formación política. Así es Podemos y así son sus líderes, que lo que tiene que ser lucha de ideas ellos lo convierten en lucha de carácter judicial, en lucha con los medios de comunicación y en lucha contra el debate político. Pero qué se puede esperar de líderes como Pablo Iglesias cuyo degenerado discurso es una constante edificación de la nada, que trafica con categorías tan vacías como: la gente, los de arriba, los de abajo, las élites, la casta.
En el mensaje del cartel de Vox hay mucho más de ideología capitalista que de ideología fascista —el fascismo es una forma extrema de la ideología capitalista—; debemos analizar en profundidad todo lo que este mensaje oculta. Una de las flechas que la derecha lanza siempre en contra del marxismo es que éste fomenta la lucha de clases. ¿Qué hace Vox? Crea clases donde no las hay —la abuela y el joven emigrante son pobres por igual— y luego las enfrenta. Pero esto no es una creación de Vox, esto es una constante en la ideología de la clase dominante, la ideología capitalista, que no compara la situación de la clase trabajadora desposeída con la clase capitalista poseedora, sino que compara a un trabajador con otro trabajador. La pensión de 426 euros debe compararse, sin queremos llegar a la verdad, con, por ejemplo, lo que cobrará Messi en el transcurso de los cuatro próximos años: 380.299 euros al día o, lo que es lo mismo, 555.237.619 euros en cuatro años. Nuestra abuela cobra al día 14,20 euros. Messi gana al día 26.781 veces lo que la abuela. O lo que es lo mismo, con lo que gana Messi al día se podría pagar la pensión/día de 26.781 abuelas, o abuelos. Subamos más en el escalafón de la clase capitalista —Messi es clase capitalista, para los que todavía no se hayan enterado—, Amancio Ortega puede ganar en un año en conceptos de dividendos —de pura renta, sin trabajo alguno— 1.626 millones de euros. O lo que es lo mismo, 4.454.000 euros al día. O lo que esto mismo, 313.661 veces lo que la abuela gana al día. O lo que es lo mismo, lo que 313.661 abuelas, o abuelos, ganan al día.
He aquí la verdadera y criminal injusticia social que no solamente es ocultada por el mensaje del referido cartel de Vox sino que es ocultada también por el mensaje y la acción de Podemos, que es el puro vacío, la pura neblina, palabras y acciones altisonantes que no conducen a demostrar donde ésta la verdadera injusticia social y quien es la clase que se beneficia criminalmente de esa injusticia social. Mucho menos conducen las palabras y la acciones de Podemos a la edificación de una fuerza política a nivel europeo que acabe con el parasitismo de la burguesía financiera, de la burguesía parasitaria, que acabe con tan bárbara desigualdad social. De esta burguesía parasitaria forman parte también los deportistas estrellas, los periodistas estrellas, los famosos actores de cines, los rentistas del suelo, y un largo etcétera.
Bien claro lo dice Hegel: “Lo fácil es refutar, lo difícil es justificar, explicar. Si refuto una cosa es que estoy más allá de esa cosa, y si estoy más allá de esa cosa es que no estoy en la cosa”. Lo único que sabe hacer Podemos  es refutar, negar, por incapacidad para explicar; incapacidad que proviene de su cabeza frívola y superficial, sin ciencia ni conceptos. Podemos está siempre más allá de la cosa, por eso nunca está en la cosa.

domingo, 2 de mayo de 2021

Dialéctica y Metafísica


   El presente trabajo es el estudio de un pequeño fragmento del libro de Engels titulado “Del socialismo utópico al socialismo científico”, donde se hace referencia al modo de pensar metafísico. Lo estudiaremos por partes.
“Para el metafísico, los objetos y sus imágenes en el pensamiento, los conceptos, son objetos de investigación aislados, fijos, rígidos, enfocados unos tras otro, cada cual de por sí, como algo dado y perenne.”

    Lo primero con que nos encontramos aquí es con una poderosa definición de concepto. Los conceptos son las imágenes en el pensamiento de los objetos. Un objeto es, por ejemplo, el dinero, el concepto del dinero es la imagen del mismo en el pensamiento. En El Capital de Karl Marx no es encontramos con el siguiente y muy elaborado concepto del dinero: “El dinero es la forma fenoménica del valor de las mercancías, el material donde las magnitudes de valor de las mercancías se expresan socialmente”. Nos detenemos un momento aquí. Forma Fenoménica es el modo de aparición de un objeto o fenómeno. Un ejemplo: El movimiento aparente del Sol alrededor de la Tierra, es la forma fenoménica —el modo de aparición— del movimiento de rotación de la Tierra sobre su imaginario eje.

    Para el metafísico tanto los objetos como los conceptos que de ellos se derivan son objetos de investigación aislados. Aislado quiere decir que existe sin conexión con otro. Que son fijos. Fijos quiere decir carente de movimiento, que el hoy es igual que el ayer y que es igual que el mañana. Que son rígidos. Rígido quiere decir que el objeto, o el concepto, si sufre el más pequeño cambio ya deja de ser lo que es. Por ejemplo, una cosa carente de valor, como puede ser la intimidad de una persona, se le pone un precio, con el fin de poder ser mostrada en un programa televisivo, y mediante esta acción de ponerle un precio, pasa aparentemente de ser una cosa que carece de valor a ser cosa de valor. Bien lo dice el refrán: es propio de necios confundir valor con precio. Lo que no tiene valor, por muy alto que sea el precio que se le ponga, sigue sin tener valor.

    Enfocados unos tras otros, cada cual de por sí, como algo dado y perenne. Ser de por sí significa no ser por medio de otro o proveniente de otro. A la ideología dominante esto último que acabamos de decir del modo de pensar metafísico, le viene perfecto. Para ellos el modo capitalista de producción es de por sí, no proviene de otro, no proviene del feudalismo, sino que es algo dado y que además es perenne, que va a estar en el Planeta durante toda la vida  de la Humanidad. Para la Metafísica el capitalismo no es una etapa necesaria en el desarrollo de la humanidad, en su relación transformadora con la naturaleza, para su existencia y para la reproducción —en un nivel cada vez más elevado— de su existencia. Es una etapa necesaria, pero al mismo tiempo es una etapa que hay que superar; del mismo modo que la flor es una etapa necesaria en el desarrollo del árbol pero que, por ese mismo desarrollo, es una etapa que será superada por el fruto. Toda cosa al desarrollarse camina hacia su contrario, y de eso no escapa ni el todopoderoso capitalismo.

    “Piensa solo en antítesis sin mediatividad posible; para él, una de dos: sí, sí; no, no; porque lo que es más de esto de mal procede. Para él, una cosa existe o no existe; un objeto no puede ser al mismo tiempo lo que es y otro distinto”

    Antítesis es igual a lo contrario. Toda cosa es una unidad de contrarios; pero en esa unidad no solamente hay oposición, lucha, sino también hay unidad. Las clases constituyen una unidad de contrarios; en esa unidad la izquierda extrema solo ve el lado de la lucha, el lado de la antítesis, el lado de la separación, pero no ve el lado de la unidad, el lado de la colaboración. El modo de pensar de la extrema izquierda es metafísico, por eso no puede concebir una sociedad socialista con capitalismo, o es socialista o es capitalista, las dos cosas al mismo tiempo es un imposible. Nada existe en estado puro y todo lo que viene de otro tiene de ese otro en su desarrollo, y lo tiene por mucho tiempo. El socialismo comienza siendo capitalismo y socialismo, y, por lo tanto, mantendrá aún en su seno la unidad de contrarios de las clases, en esa unidad de contrarios habrá lucha pero también habrá colaboración. Todo esto que hablo no se lo plantea en absoluto la extrema izquierda; primero porque está dominada por el modo de pensar metafísico —aunque esté siempre enarbolando la bandera del materialismo dialéctico— y segundo porque concibe el socialismo solamente desde el lado de la política y no desde el lado de la economía, que es lo esencial. La existencia material determina la conciencia y no al revés; pero como la extrema izquierda es en la práctica de cabeza metafísica, piensa que la conciencia (la política) determina  la existencia material (la economía).

    Mediatividad significa transición de un contrario al otro. Pensemos en la elaboración de una tortilla de papas. Al producir la tortilla consumimos papas, huevos, aceite y sal; y por esta razón decimos que producir es consumir: la producción es inmediatamente consumo, la producción es inmediatamente su contrario, el consumo. Una cosa es ella misma y, en su movimiento, es al mismo tiempo su contrario. Cuando nos comemos esa tortilla que producimos, al mismo tiempo nos estamos produciendo, y por esta razón decimos que consumir es producir:  el consumo es inmediatamente producción. La práctica, el más poderoso criterio de verdad —en este caso la práctica es la elaboración de la tortilla— nos demuestra que una cosa puede ser al mismo tiempo lo que es y otro distinto. La producción y el consumo son cosas distintas, pero al mismo tiempo la producción es consumo y  el consumo es producción.

    “Lo positivo y lo negativo se excluyen en absoluto. La causa y el efecto revisten asimismo, a sus ojos, la forma de una rígida antítesis”.

    El feudalismo, como etapa necesaria en el desarrollo de la humanidad, es una cosa positiva, pero como etapa que tiene que ser superada por ese mismo desarrollo es una cosa negativa: el capitalismo  es la negación del feudalismo. El feudalismo es lo positivo y lo negativo al mismo tiempo, cuanto mayor es su desarrollo, mayor es su aproximación a su negación. El feudalismo es causa del capitalismo y el capitalismo es consecuencia del feudalismo, pero esta consecuencia, el capitalismo es al mismo tiempo la causa de la negación del feudalismo. Lo que es consecuencia se transforma en su contrario, causa.

    El modo de pensar metafísico es el modo de pensar dominante, es el modo de pensar del sentido común, pero es el modo de pensar que nos impide sobrepasar el mundo de las apariencias de las cosas y que nos impide ver las cosas como procesos y como unidades de contrarios. La dialéctica reina en el desarrollo de la naturaleza y también en el desarrollo de la humanidad; lo complicado es descubrir en todo momento la dialéctica que se encierra en los objetos y en las imágenes de éstos en el pensamiento, los conceptos.

sábado, 1 de mayo de 2021

Apariencia y realidad


   Son multitud los marxistas que al referirse al Capital de Karl Marx sustraen de esa referencia toda la maquinaria filosófica que está contenida en esa obra y que es el sostén principal de la misma. Haciendo un símil, es como quitarle al agua el oxígeno y pretender que sigamos teniendo agua; el Capital sin filosofía ya no es el Capital. Debido a esa conducta es habitual encontrarse con infinidad de marxistas que ponen en boca de Marx cosas que él nunca dijo. Uno de ellos dice: “Marx distingue apariencia de realidad y nos explica como la apariencia se opone a la realidad, ocultándola”. Marx no puede afirmar tal cosa porque el modo de saber de Karl Marx es el de la dialéctica, y ese  modo de saber lo que nos explica es que lo que se opone a apariencia es esencia y no realidad, y que la realidad es la unión de apariencia y esencia; tan real es la apariencia como lo es la esencia. Un objeto, un fenómeno, es una unidad de apariencia y esencia; lo que la apariencia oculta no es la realidad sino la esencia. Veamos un ejemplo. El movimiento de rotación sobre su imaginario eje de la Tierra aparece, para el observador que se encuentra en el planeta, como el movimiento aparente del Sol alrededor de la Tierra. Ese movimiento aparente del Sol alrededor de la Tierra constituye la apariencia del movimiento de rotación de la Tierra. Podemos afirmar, claro está, que no es real que el Sol gire alrededor de la Tierra, pero al mismo tiempo hemos de afirmar que ese movimiento aparente del Sol forma parte de la realidad, como apariencia; la otra parte de esa realidad es el movimiento de rotación de la Tierra, su esencia. La realidad del movimiento de rotación de la Tierra es la unidad de su esencia y su apariencia.

La unidad de lo diverso


 Dice Karl Marx: “Lo concreto es la unidad de lo diverso”. ¿Qué es lo opuesto, lo contrario, a lo concreto? Lo abstracto. Abstracto quiere decir carente de determinaciones, o que tiene pocas determinaciones, lo contrario de esto es lo concreto. En la semilla, el árbol existe de manera abstracta, su diversidad, sus determinaciones, no han asomado todavía; el árbol existe solamente en potencia, existe solamente como posibilidad. Cuando hablamos de posibilidad, hablamos de posibilidad real, que es lo opuesto a posibilidad ideal. Una semilla contiene en potencia  todas las determinaciones del árbol, por eso es que hablamos de posibilidad real; pero un trocito de plástico con forma y color de semilla —una semilla cualquiera— no contiene en potencia a todo el árbol, ni a parte del mismo; en ese caso, hablamos de posibilidad ideal. Yendo a la cuestión de la construcción del Socialismo; todo aquel que espere que el Socialismo pueda surgir en el seno de un país con capitalismo no suficientemente desarrollado y sin ser una región económica grande, se mueve, aunque no lo sabe, en la posibilidad ideal. Solamente en un huevo real, y no en uno que de huevo solamente tenga la apariencia, existe la posibilidad real, de que de él surja un pollito.
Cuando la semilla germina comienza su desarrollo, y lo abstracto (la semilla) comienza a tornarse en su contrario, lo concreto (el árbol). Comienza el movimiento de ser en potencia a ser en la forma de movimiento, en la forma de dinámica. Comienzan a aparecer las determinaciones del árbol: las raíces, el tronco, las hojas, las flores, los frutos. Y dentro de cada fruto nos encontramos de nuevo  con la semilla. No es un movimiento en círculo, es un movimiento en espiral. El árbol, lo concreto, es la unidad de lo diverso, la unidad del conjunto de sus determinaciones. Ese movimiento en espiral se manifiesta en el surgimiento de todas las determinaciones del árbol.
La dialéctica se manifiesta en la oposición entre lo abstracto y lo concreto. La dialéctica se manifiesta en que esta oposición no es una posición estática sino dinámica; este dinamismo consiste en la transformación de lo abstracto en su contrario, lo concreto. La dialéctica se manifiesta en que los contrarios además de tener oposición tienen unidad. La dialéctica se manifiesta en la unidad de lo diverso; por el contrario, la metafísica en la diversidad solo encuentra separación pero no atina a ver la unidad que existe en lo diverso. En España, las diferencias nacionales que existen en su seno, se contemplan por parte de los españolistas extremos solo desde el lado de la unidad, como negación de la diversidad; por el contrario, los nacionalistas regionales contemplan las diferencias nacionales solo desde el lado de la diversidad y no desde el lado de la unidad. Ambas concepciones son resultado del modo de pensar metafísico: “O unidad, o diversidad; ambas a la vez son un imposible”. La dialéctica se manifiesta también en que lo que es causa se torna consecuencia y lo que es consecuencia se torna causa. La semilla es causa del árbol, la consecuencia. El árbol es la causa de la causa, lo que se manifiesta en la aparición de la semilla dentro del fruto, la causa transformada en consecuencia.
Así de dialéctico es el mundo de los objetos y de sus imágenes en el pensamiento, los conceptos.