viernes, 7 de mayo de 2021

Saber Pensar


 A mi artículo “Trabajadores ricos, capitalistas pobres” un amigo de las redes responde: “En este caso, no solo es el trabajo...es el valor que se le da a su trabajo y el por qué...el por qué pregúntatelo...el dinero no se lo dan porque sí...creo que él lo genera, de otra manera no sería comprensible...¿quiénes apoyan que gane ese dinero...?...los aficionados al fútbol y muchos son obreros.”
A esa crítica yo respondí lo siguiente: “Me parece, que tienes que leer de nuevo el artículo y esforzarte en rebatir los conceptos y los razonamientos que en él se vierten. Si no, el rebatir el pensamiento elaborado estaría al alcance de cualquiera. ¿Por qué crees tú que durante tanto tiempo se pensó que la Tierra era el centro del Universo? Por gente como tú, que pretende obtener la verdad de las cosas, no desde su esencia, sino desde su apariencia”.
Luego el escribió esto otro: “Todos pretendemos obtener la verdad y procuramos no ser engañados...yo tengo claro, que yo no podría ganar ese dinero jugando al fútbol...los aficionados son los que hacen posible que un jugador gane ese dinero....cosa que no pasa en la política sin embargo, nos sacan toda la pasta posible obligados...el fútbol no te obliga...tu pagas de manera voluntaria....se que es demasiado dinero el que ganan, pero insisto...a mi no me lo pagarían.”
La respuesta y la reflexión finales pasan a ser, ahora, contenido del presente artículo. Cualquier oportunidad es buena para la creación de razonamientos y exposición de conceptos. A eso voy.
Cuando miramos al pasado y vemos como la Humanidad creía firmemente que el Sol giraba alrededor de la Tierra, pensamos que nosotros nada tenemos que ver con la gente que estaba dominada por esa creencia, pensamos que nosotros estaríamos con los que se revelaban en contra de esa  fe, pensamos que nosotros formaríamos parte de los herejes, pensamos que pasaríamos a la Historia como espíritus libres y no como espíritus gregarios. Pero de lo que nosotros pensamos que somos a lo que verdaderamente somos hay un gran trecho. Resulta que hay un modo de saber de qué parte caeríamos nosotros si viviéramos en esa época; se sabe por nuestro comportamiento en el presente mundo. ¿De qué lado estaba Nicolás Copérnico? Del lado de la ciencia. ¿De qué lado estaba la inmensa mayoría? Del lado de la creencia, del lado de la religión. ¿Qué es lo opuesto a la ciencia? La creencia. ¿Por qué es necesaria la ciencia? Porque, como dice Karl Marx, la mayoría de las veces la esencia de una cosa no coincide con su apariencia.
¿De qué lado está nuestro amigo? Del lado de la creencia, él mismo, al referirse a lo que gana el famoso futbolista, se expresa en estos términos: “Creo que él lo genera, de otra manera no sería comprensible.” ¿De dónde obtiene su saber la creencia? Del mundo de las apariencias y no del mundo de las esencias. Del movimiento aparente del Sol alrededor de la Tierra sacó la gente del pasado su creencia; al contrario de ello Copérnico sacó su ciencia a partir de la esencia que era ocultada por esa apariencia. ¿De dónde sacan su creencia los que afirman que Messi genera lo que gana? Del mundo de las apariencias; y no hay apariencia que oculte más que la del dinero. Solo hace falta estar atentos a la publicidad que se muestra en Youtube donde te invitan a invertir, incluso ahora, a partir de un céntimo de euro, te invitan a que compres, no ya acciones, sino fracciones de acciones; y de ese modo se hace más intensa aún la enajenada idea de que el dinero viene del dinero; eso es lo que nos dice su apariencia. Pero la esencia es que el dinero es una forma de existencia del valor así como lo son las acciones, o los bonos de deuda pública, etc.; la esencia es también que el valor es cantidad de trabajo social humano.
Cuando Messi cambia, por ejemplo, un millón de euros por una casa, para que ese cambio no sea desigual, el tiempo de trabajo empleado por Messi para generar un millón de euros tiene que ser igual al tiempo de trabajo empleado en generar esa casa. El tiempo medio de fabricación de una casa, tirando por lo bajo, es de 12 meses. El cambio será igual cuando Messi sea capaz de construir en ese mismo tiempo —él solo— una casa del mismo valor. El dinero a Messi, no le viene de jugar al fútbol, le viene de la publicidad, y el dinero de la publicidad viene de lo que los trabajadores de la empresa que se publicita producen. Para que Messi mereciera ganar lo que gana tendría que ir casa por casa, por todo el mundo, anunciando un conjunto de productos. ¡Que empiece por China y verá lo lejos que llega! Lo que Messi gana —aunque la apariencia diga lo contrario— no lo genera él sino que lo generan los trabajadores de las empresas que se publicitan.
Dice mi amigo: “Todos pretendemos obtener la verdad”. Precisamente, porque todos “pretendían obtener la verdad” es que la inmensa mayoría, en su tiempo, tenía la certeza de que el Sol giraba alrededor de la Tierra. Para obtener la verdad no es ni mucho menos suficiente la pretensión, es absolutamente necesario tomar como punto de partida la ciencia y no la creencia (la religión), tomar como punto de partida la esencia y no la apariencia. Mientras mi amigo —y los que piensa y respiran como él— siga pretendiendo alcanzar la verdad partiendo de las apariencias de las cosas, ha de saber que no va a llegar a ella nunca jamás.
Por último, lo de que “No te obligan a pagar por ver el fútbol”. Otra creencia que proviene del mundo de las apariencias. Supongamos que para llegar a mi casa cuando regreso del trabajo tengo dos caminos uno es muy largo y otro bastante corto. Por no se qué triquiñuelas ese camino corto pasa a ser de propiedad privada, entonces, el propietario pone un precio —que no un valor, porque solamente el trabajo es el creador de valor— al transitar por ese camino, y queda establecido así durante años, y pronto las nuevas generaciones ven eso como lo natural y lo eterno. Un nieto mío, levanta su voz en contra de tener que pagar por echar por ese camino corto, y viene gente como mi amigo de la redes a decirle que al él nadie lo obliga a pagar. Eso es lo que ha sucedido con el fútbol, lo que antes no era mercancía, el ver un partido de fútbol, el poder económico —nada tiene que hacer el poder político ante el poder económico— lo convirtió en mercancía. Así que claro que te obligan a tener que pagar por ver un partido de fútbol. La clase capitalista, si no les pone freno, te convierten en mercancía hasta el aire que respiras. Menos creencia y apariencia, y más ciencia y esencia.

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