Por Vanesa Cabrera Medina
Son muchos los encuentros que se dan alrededor de una buena mesa, lo que produce placer y endorfinas al alma de quienes comparten velada. O eso es lo que se espera que suceda cuando reúnes con gusto a un grupo de seres extraordinarios a disfrutar del placer de la buena mesa.
Alrededor de una buena mesa nacen nuevas relaciones, crecen nuevos proyectos, pero también se difuminan los espectros del alma que no se asoman, esas que no se descubren, no se muestran pero se nutren de la savia ajena cual “dementor” oscuro. Pero esto es lo que menos abunda por fortuna del anfitrión que ya no tiene que esperar que todo sea perfecto para disfrutar del placer de la buena mesa.
Alrededor de una buena mesa se dialoga, se escucha, se aprende, mientras saboreas un buen vino o unas amargas hiervas. Alrededor de una buena mesa se reencuentran miradas, se comparten sueños y ganas. Somos testigos de duelos y lágrimas, de risas, de miedos y de garras. Alrededor de una buena mesa se sirven postres sabor a nuevas expectativas, nuevos alisios, nuevas sinergias.
Porque la fortuna que se sirve con alma ofrece el placer de la buena mesa, donde también en ocasiones se soplan velas.
Vanesa forma parte del grupo de estudio El Saber de la Filosofía