Por Patricia Suárez Ramírez
En su día a día, a cada momento que sus ojos abren, hay personas que se suben al tren del ser negativo, haciendo parada en la queja por la queja, terminando su viaje inevitablemente en la más negra oscuridad. Piensan estas personas que lo suyo no ha sido una elección, la elección de abandonarse, la elección del no esfuerzo, la elección de creerse con el derecho de contagiar su alrededor con una molesta y enquistada pesadumbre. Sus triviales preocupaciones se solidifican en una nube gris que les acompaña en su caminar, nube que el viento invernal sopla tiñendo de penumbra todo aquello que a su paso encuentra y roza. Bien dicho está el dicho ‘La cara es el reflejo del alma’, pues quien no lucha por tener una viva y luminosa alma, se permite el lujo de acometer un acelerado envejecimiento espiritual y atentar así contra la posibilidad de convertirse en un ser atractivo para sí y por ende, para los demás.
Patricia forma parte del grupo de estudio El Saber de la Filosofía
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