Por Guacimara Socorro
Si un ser no se entrega a otros seres cabalgando entre uno y otro como un regalo que aparece, en forma de paquete, caído del cielo. Si esa entrega no sucede de manera permanente, con la desdicha de dar su absoluto tiempo y su auténtica y única energía; no sólo no verá en el reflejo de ningún roto espejo la figura descuidada, deshidratada y en desequilibrio en que pudo haberse convertido, pudiendo llegar a ser estos unos cambios irreversibles en su persona. No verá tampoco el reflejo desnudo y desnutrido de la silueta triste y vieja de aquel que cayó del cielo siendo bondadoso y complaciente con los unos y los otros, aunque terriblemente débil y cruel consigo mismo.
Inconsciente e inocente como un recién nacido, allá donde creía que dejaba su amor incondicional, solo marcaba las huellas de su temible soledad a su paso por la vida de otros, mientras iba desdibujando el poco amor propio que tenía con cada entrega.
Una persona encuentra un óptimo estado emocional para vivir y desarrollarse cuando se respeta y no se permite ser un nómada emocional.
Guacimara Socorro forma parte del grupo de estudio El Saber de la Filosofía
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