Son muchas las personas, que participan en el espiritual mundo del arte, no entrando por el lado del estudio, sino que, sin mediación alguna, se ponen en la tarea de crear sin haberse creados a sí mismo primero, sin haberse formado primero con plenitud como artistas. Son impostores del arte, son sujetos de la decadencia, que día tras día van bajando el nivel de la cultura y del arte. Son un terrible ejército de mediocres que, porque son muchos, piensan que son los verdaderos; por eso es que son acérrimos defensores de la verdad por consenso. Un arte al que se llega sin preparación y que, como no puede ser de otro modo, es incapaz de crear productos espirituales plenamente elaborados y elevados, sólo puede generar seres oscuros que viven atrapados en la envidia, envidia a aquel que supo prepararse para el futuro, y que tiene un presente que siempre es futuro, porque nunca deja de estudiar y siempre está en continuo creativo movimiento.
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