Desde muy joven tomaste la decisión de formar parte del numeroso ejército de los espíritus sobrios, de los espíritus que viven y se conforman con lo poco. No quisiste saber nada de la formación que todo artista que se precie está obligado a tener. Prematuramente pusiste un pie en el escenario, no porque tuvieras algo artístico digno de mostrar, sino porque querías mostrarte tú. Así de grande era tu vanidad, tu ignorancia hacía que te juzgaras a ti mismo como un ser artísticamente talentoso; sin caer en la cuenta que el juicio que proviene de la ignorancia no es un verdadero juicio, sino que es una mera opinión, la cual tiene, para el juicio artístico, el mismo valor que tiene la opinión contraria. Ahora careces de presente artístico porque en el pasado tu extrema holgazanería impidió que construyeras un futuro; por eso es que tu oferta en la actualidad se reduce a mostrar tus producciones de la época donde todavía no habían asomado a tu cabellera las canas, de la época donde vivías enajenadamente convencido de que en el Arte es posible hacer sin saber hacer.
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