sábado, 27 de mayo de 2023

Pasión y muerte

 

En la calle llueve,
las palomas huyen
y hacen lo que nunca:
entran todas en tromba
en la Catedral, no a rezar.
El Espíritu Santo
está que se muere, el miedo,
hasta su última gota,
se ha derramado
en su materia sin materia;
el Espíritu bien conoce
la verdad de su esencia:
una imaginación humana,
una paloma de fantasía.
Y antes de que la palomas,
de las de verdad,
se acerquen y descubran
su ser de bisutería,
brinca como puede y escapa,
volando sin saber volar,
como alma que lleva el diablo.
En la calle, un rayo
con un puñal de fuego
le atraviesa su corazón sagrado,
se desatan las llamas
y cobra vida su muerte.
Ni dios ni el Hijo
pudieron hacer nada
para salvarle, porque
no estaba escrito
que alguna vez,
en algún lugar del Universo
el Espíritu Santo tuviera
que entregar su vida
y, ni mucho menos,
que resucitara al tercer día.



marzo 1992




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