Había hecho la competencia
a todos los santos y las vírgenes.
Cumplió cada mandamiento a rajatabla
y acudió a todas las promesas con el Cristo.
Vestía, desde hacía media vida, de lila,
con un cordón amarillo colgando del cuello
que sostenía al Hijo. Murió, murió
y nada más morirse, cuando
ascendía veloz como un rayo inverso,
directamente al cielo,
fue atropellado por un ovni.
Febrero 1983
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