martes, 20 de junio de 2023

En tiempos modernos

  


Si lanzo una moneda al aire,
hay una entre un millón
de probabilidades que, al caer,
de canto quede. La lanzo,
sube, se detiene, regresa,
cae y queda de canto.
Presurosos, infinidad de santos
en todas las versiones
exclaman: ¡milagro, milagro!.
Sin hacer ruido, aparto
la exclamación y les digo:
No, milagro no, la probabilidad.
Me vuelven sus ojos
borrachos en ira, me recorren,
me juzgan y, antes de acabarme,
me condenan. Me salen
cadenas en las manos,
cosen mi lengua a mis dientes
con oxidado alambre,
y aún no conformes,
me apagan en la hoguera.


marzo 1984


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