Un spot publicitario. Parejas que hablan de sus hijos. En un momento de la plática uno de los personajes dispara la ya trillada y nunca cuestionada sentencia: “Nadie tiene la verdad absoluta”. Se entra así, desde la ignorancia, caprichosamente y sin pedir permiso, en el campo de la Filosofía. Según esa sentencia, esa propia afirmación se está negando a sí misma y, por lo tanto, se le puede oponer la afirmación contraria: “Siempre hay alguien que tiene la verdad absoluta”. Un callejón sin salida, que se produce inevitablemente cuando se carece del modo de saber filosófico. Si se habla de verdad absoluta, habrá que hablar de verdad relativa, pero cuando se entra en el libro Historia de la Filosofía de Hegel, por ningún lado aparece la contradicción verdad absoluta-verdad relativa, lo que sí aparece es la cuestión de si existe una filosofía que sea la verdadera, o si es posible conocer cuál es entre las distintas filosofías la filosofía verdadera. Planteado el interrogante, se trata, entonces, de decidir cómo se aborda su respuesta, si de modo metafísico o de modo dialéctico. Será en otro momento.
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