Hay dos formas de llamar la atención, una positiva y otra negativa, la positiva se basa en la discreción, la negativa, en todo lo contrario, en la indiscreción. La indiscreción es consecuencia inevitable de la ignorancia, la cual en lugar de hacer preguntas, realiza afirmaciones, alzándose con atrevimiento a llevar la contraria a la sabiduría. La sabiduría tiene como fundamento el no hablar de lo que no conoce, ni hablar de lo que conoce a medias hasta que no lo conozca por entero. El sabio escucha y por eso aprende, el ignorante habla y no escucha, por eso no aprende y acrecienta sin cesar su ignorancia. La ignorancia se mueve en busca de poder, la sabiduría en busca de autoridad. A la ignorancia la mueve la vanidad, a la sabiduría el éxito interior. La ignorancia tiene como principal meta el darse a conocer, por eso es que alegremente se sube al escenario a mostrar sus escuálidas producciones espirituales. La sabiduría tiene como meta permanente en su vida el conocer, por eso es que nunca sube al escenario aquello que no está suficientemente elaborado, aquello que no merece ser mostrado. La ignorancia tiene como defecto estructural la soberbia, la sabiduría tiene como virtud estructural la humildad. No puede haber humildad donde no hay sabiduría.
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