Sin esperar a tener,
quise poner en orden
lo que no tenía
y conseguí el caos.
Cuando tuve algo
de lo que quería tener, obré
como si lo tuviera todo,
tratando de imponer el orden,
y, de nuevo, sobrevino el caos.
Tanto caos acabó por arrastrarme
hacia el precipicio
de la desesperación y de la impotencia.
Caí y fui a parar al universo negativo
de las estrellas sin luz.
Y nunca más, nunca,
pude empezar, ni acabar, un poema,
ni tan siquiera
un solo verso desordenado.
Mayo 1989
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