Avergonzado por nuestro abandono
el tiempo ha dejado de contarse a sí mismo.
Ha perdido, desconsolado, todo su poder milenario:
las sombras no caminan, las arrugas no brotan,
la identidad no se corrompe, ni despierta
la fruta de temporada.
A manos de tus manos y de las mías,
por culpa de este gesto que nunca acaba,
las agujas del mundo se han dado por vencidas,
y juntos nos reímos de su desgracia.
Alejandra forma parte del grupo de estudio El Saber de la Filosofía
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