viernes, 30 de abril de 2021

El Quijote Pablo


  Está Pablo Iglesias empeñado en superar con creces —en lo que a loco se refiere digo— al enajenado Caballero de la Triste Figura. Aunque tiene su cuerpo en el presente mundo, su cabeza está en la época del ascenso del fascismo en Europa, con Adolf Hitler y Benito Mussolini a la cabeza. Está este hombre dominado por la imperiosa espiritual necesidad de vivir fuera de época —tal como le ocurría a Alonso Quijano— para poder creerse él mismo sus necedades y locuras. Pablo Iglesias es un auténtico bobo loco. Don Quijote era loco pero, al menos, estaba muy lejos de ser bobo.
   Una periodista le pregunta a Pablo: “¿Usted cree que los tres millones de personas que han votado a VOX son fascistas?”. Y Pablo, como el que está a punto de desvelarte el misterio de la Santísima Trinidad, dice: “Respondo con otra pregunta: ¿usted cree que los diez millones de personas que en su momento votaron al partido nazi de Hitler eran todos fascistas?” Después de lo cual volvió a coger aire el hombre.
    Lo que hizo Pablo no es dar una respuesta, sino un rebuzno. Si a uno alguien le pregunta la hora y responde: “Parece que va a llover”, no está dando respuesta alguna, está haciendo suceder a una pregunta clara y concisa un puro ruido. Para que el fascismo, el nazismo, pueda darse, es condición absolutamente  necesaria que las ideas fascistas aniden en las cabezas de las masas, así que los seguidores de Hitler eran igualmente fascistas; así como los seguidores del bobo loco de Pablo Iglesias son igualmente bobos locos. No hay ni habrá fascismo sin masas fascistas, lo contrario de eso es la cuadratura del círculo. No hay futbolistas estrellas ganando millonadas si no hay masas de fanáticos futboleros que vivan el fútbol de manera enajenada.  
   Lo cierto es que los millones de personas que votan a VOX no son fascistas porque éste no es un partido fascista. ¿Un partido de derecha que se inclina hacia lo extremo? Sí; pero más allá de eso es una pura desmesura proclamada por personas enajenadas como el camarada Pablo. Pablo, Iñigo y Juan Carlos, son unos infantes en cuerpos de hombre, o casi hombre, en el caso de Iñigo. Sus cabezas no han salido nunca del mezquino mundo universitario, por ello es que tienen tanta desconexión con la realidad, por eso es que transitan siempre en la frivolidad y en la superficialidad; porque es una irresponsable frivolidad y superficialidad el tratar de hacernos creer que España —el Estado Español, como dicen ellos (les da vergüenza pronunciar la palabra España)— está a punto de caer bajo la bota del terror fascista.
  Son todos ellos unos estafadores espirituales -la estafa espiritual es la peor de todas las estafas-, que todavía siguen pensando que son la izquierda pura, siguen pensando que son la más ideal de todas la izquierdas. Cuántas veces repitió Juan Carlos Monedero la letanía de: el PP y el PSOE la misma mierda son. Y cuando en una ocasión una periodista le afeó la conducta cambió a: “si no son la misma mierda, cagan igual”.  Ya lo dice el refrán: “No escupas hacia el cielo”.

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