domingo, 25 de febrero de 2024

Inseguridad

 


Me preguntas: ¿De dónde proviene mi inseguridad? Vieja es esa pregunta tuya, tan vieja, que el polvo y el herrumbre la tienen casi sepultada. Permaneces a lo largo de los años igual a ti mismo, eres la quietud de las estatuas, estatuas que cuando se miran al espejo se encuentran siempre con la misma imagen, la imagen de la vida rutinaria de todos los ayeres. Eres siempre el ayer, nunca el mañana. Tienes la hechura de una momia, a la que hay que tratar con extremada precaución, no ser que al mínimo roce se desmorone hasta casi alcanzar el espacio de sus átomos. Bueno, yo te respondo; endeble es tu memoria. Tu inseguridad, como la de todos los mortales, proviene de la falta de capacidad para realizar con maestría el arte, o la industria a la que dices dedicarte. Te has pasado la vida anunciando que vas hacer, pero pocas veces haces eso que anuncias. Te saltas las etapas, vas a la Universidad a estudiar no sé qué carrera y solicitas que te apunten en el último curso; eres de los que se pasan la vida intentando aprender inglés en quince días. Lo tuyo es el camino llano, pánico le tienes al camino pedregoso, a los senderos de valles y montañas; no te enfrentas nunca al obstáculo, sigues de largo. No quieres el sufrimiento, no quieres el sacrificio, no quieres la responsabilidad, no quieres medirte con lo elevado, no quieres medirte con lo que tiene valía universal, no quieres salirte del mezquino mundo de tus particularidades, que no interesan a nadie. La seguridad material es lo que te mueve, de la seguridad espiritual nunca te has ocupado; ni el más rico de los mortales puede llevarse cosa alguna al otro mundo, cuando lo acondicionan en la caja, por muy lujosa que sea esa caja.

Toda elección de vida tiene su particular consecuencia. Hoy elijo la comodidad, la vida sin alboroto, sin sobresaltos, sin angustia ni ansiedad, la vida inconsciente de cuando se es niño, y mañana me tocará pagar las penosas consecuencias de esa elección mía. Esa elección de vida tuya te traído hasta aquí, hasta un ser que es poca cosa, un ser con las manos vacías, un ser de monótona e insípida historia, que ha caído en las garras de la vejez prematura.
Ya se te hizo tarde, transitas, careciendo de futuro, como una pelota carente de voluntad, en el camino oscuro y muerto del círculo.
 


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