A veces, algunas veces, viene la luz negra
a visitarnos, sin que nadie la invite,
sin que nadie la invoque; viene,
sin más, porque así es la vida,
llena de obstáculos y de cuestas.
Pero nosotros no nos rendimos,
y hacemos la guerra al negativo destino;
hasta que llega el momento
en el que la cruel y fea luz negra se rinde.
Entonces, por las rendijas de nuestra alma,
herida y fatigada alma, comienza
a mostrarse la luz verdadera,
que allana el camino, el camino
que nos pone en la voluntad de fabricar
el imponente rascacielos de nuestro destino.
Se llenan nuestras manos de luminoso futuro.
En el horizonte, bajo la transparencia
del cielo azul celeste de al mediodía,
pierden la vida las nubes negras.
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