Trabajos de Vicente Umpiérrez Sánchez sobre filosofía, social política, teoría musical crítica y poesía.
viernes, 28 de abril de 2017
Crear es Negar
Crear es negar, y crear es negarse. Recientemente hemos estado enfrascados en la confección del logo de MEMVUS. Primeramente se encargó a unos jóvenes alumnos la confección del logo, fue seleccionado el que parecía más apropiado, y comenzó la lucha. El logo aparecía como negación de la M con la que habitualmente nos encontramos en la escritura; primera negación. La figura del logo se componía de un conjunto de triángulos dispuestos de tal manera que hacían aparecer una inconfundible M. Todo el mundo estaba muy contento con el logo menos el que escribe -yo siempre a la contra para no perder la costumbre-. Para no ir totalmente a la contra mantuve la forma del logo, pero pasé del blanco y negro al color; segunda negación. Mis colores no gustaban del todo, y comenzó una hilera de negaciones que giraban todas en torno al color; seguíamos en la segunda negación. No contento con los resultados di un paso más radical e hice desaparecer la forma y, junto a ella, los colores que la acompañaban, creé un nuevo logo donde lo que permanecía era la M; tercera negación. Me dijeron que el logo parecía un logo propio de prendas deportivas, no era un asunto del color, era un asunto de la forma; hasta ahí llegó la vida de la nueva propuesta de logo. Elaboré un nuevo logo donde aparecían ahora la M y la V, la M de forma más concreta y la V de forma más abstracta, tercera negación. Con el fin de dar mayor dinamismo al logo, hice que la parte inferior del logo apareciera con cierta inclinación; cuarta y última negación.
Aquí podemos observar como el proceso de creación es al mismo tiempo un proceso de negación, de negación positiva: en el lugar de una primera cosa aparece luego una segunda cosa más elaborada. La rueda de un coche actual es la negación de la rueda de un primitivo carromato, pero no es la desaparición de la rueda, es una negación positiva. Al negar lo primeramente creado me niego a mi mismo, niego mi capacidad primera y la sustituyo por una capacidad más elevada. Cuanto más elaboración doy a lo por mí creado, cuanto mas negaciones llevo a cabo, no solamente consigo un producto espiritual más bello y elevado, sino que además estoy negándome de continuo y, por tanto, estoy continuamente elevándome. Crear es negar, y crear es negarse.
martes, 25 de abril de 2017
Crítica y Arte
Hace ya unos cuantos años escribí yo en forma de poesía lo siguiente: “Amo a la sinceridad sobre todas las cosas, pero pocas son las veces que puedo amarla en público”. El Arte, por lo general, se se resiste a la crítica, sobre todo si esta crítica es seria, es profunda, y está basada en la práctica y el pensamiento lógico. Los artistas ante la crítica reaccionan con afectación, a veces de mala manera, porque toman la critica como una ataque hacia su persona. Aquello que se hace público queda expuesto a la crítica, y si uno no quiere exponerse a la crítica que mantenga guardado y bien guardado lo producido. Si alguien dice de una obra musical mía que es una basura, ¿por qué me he de molestar? Lo que tengo que hacer es pensar, pensar que tal crítica, de esa manera formulada, no merece que se le preste atención alguna. Pero si la crítica es bien argumentada, tengo que prestarle atención, mucha atención; porque es una oportunidad que se me presenta para el aprendizaje, para aumentar mi sabiduría, para perfeccionar mi producción espiritual.
Llamar las cosas por su nombre. Son muchos los artistas que se niegan que las cosas sean llamadas por su nombre. Si en una exposición de arte contemporáneo veo una mesa llena de vasos de cristal iguales dispuestos en filas, como así lo vi en una ocasión, yo inmediatamente manifiesto que eso no es arte, que eso es simple y llanamente una absoluta manifestación de decadencia, una escandalosa estafa espiritual. El artista y sus defensores argumentarán, tratándome de ignorante, que eso es arte conceptual, y de esa burda manera, por medio de asignar un nombre, tratan de pasar por arte lo que a todas luces no lo es. Me gustaría mucho ver a ese artista y a sus defensores yendo a comprar a una frutería una mano de plátanos, y que el frutero con toda la seriedad del mundo les ofreciera unas tiras de papel de periódico atadas por un extremo con un hermoso lazo elaborado con papel higiénico color rosa. Se pondrían muy alborotados, tratarían de estafador al frutero y gritarían: “Eso no es una mano de plátanos, eso son papeles y no plátanos”. A lo que con extrema calma y pachorra el frutero les respondería: “No son papeles, son plátanos del siglo XXI, plátanos conceptuales”.
Llamar las cosas por su nombre. Son muchos los artistas que se niegan que las cosas sean llamadas por su nombre. Si en una exposición de arte contemporáneo veo una mesa llena de vasos de cristal iguales dispuestos en filas, como así lo vi en una ocasión, yo inmediatamente manifiesto que eso no es arte, que eso es simple y llanamente una absoluta manifestación de decadencia, una escandalosa estafa espiritual. El artista y sus defensores argumentarán, tratándome de ignorante, que eso es arte conceptual, y de esa burda manera, por medio de asignar un nombre, tratan de pasar por arte lo que a todas luces no lo es. Me gustaría mucho ver a ese artista y a sus defensores yendo a comprar a una frutería una mano de plátanos, y que el frutero con toda la seriedad del mundo les ofreciera unas tiras de papel de periódico atadas por un extremo con un hermoso lazo elaborado con papel higiénico color rosa. Se pondrían muy alborotados, tratarían de estafador al frutero y gritarían: “Eso no es una mano de plátanos, eso son papeles y no plátanos”. A lo que con extrema calma y pachorra el frutero les respondería: “No son papeles, son plátanos del siglo XXI, plátanos conceptuales”.
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