lunes, 26 de septiembre de 2022

Podemos y Don Quijote

 

Estoy al final de la segunda página de “la aventura de los rebaños”, que se narra en la eterna y siempre viva novela Don Quijote de la Mancha, creada por Miguel de Cervantes Saavedra. Cabalgan Sancho Panza y don Quijote, van hablando de su última aventura,  que nació y se desarrolló  en un castillo, según la mirada del Caballero de la Triste Figura, en una venta, según la mirada del noble Sancho; aventura en la que el leal y buen escudero se llevó la peor parte. Toma el turno la poderosa mano literaria de Cervantes, quiero decir, nos vamos a esa parte de la escritura de su colosal e inmortal novela.

En estos coloquios iban don Quijote y su escudero, cuando vio don Quijote que por el camino que iban venía hacia ellos una grande y espesa polvareda; y, en viéndola, se volvió a Sancho y le dijo:
—Este es el día, ¡oh Sancho!,  en el cual se ha de ver el bien que me tiene guardado mi suerte; este es el día, digo, en que se ha de mostrar, tanto como en otro alguno, el valor de mi brazo, y en el que tengo que hacer obras que queden escritas en el libro de la fama por todos los venideros siglos. ¿Ves aquella polvareda que allí se levanta, Sancho? Pues toda es cuajada de un copiosísimo  ejército de diversas e innumerables gentes que por allí vienen marchando.
—A esa cuenta, dos deben ser -dijo Sancho-, porque de esta parte contraria se levanta asimismo  otra semejante polvareda.
Volvió a mirarlo don Quijote y vio que así era la verdad y, alegrándose sobremanera, pensó sin duda alguna que eran dos ejércitos que venían a embestirse y a encontrarse en mitad de aquella espaciosa llanura. Porque tenía a todas horas y momentos llena la fantasía de aquellas batallas, encantamentos, sucesos, desatinos, amores, desafíos, que en los libros de caballería se cuentan, y todo cuanto hablaba, pensaba o hacía era encaminado a cosas semejantes. Y la polvareda que había visto la levantaban dos grandes manadas de ovejas y carneros que por aquel mismo camino de dos diferentes partes venían, las cuales, por el polvo, no se echaron de ver hasta que llegaron cerca. Y con tanto ahínco afirmaba don Quijote, que Sancho lo vino a creer y a decirle:
—Señor, pues ¿qué hemos de hacer nosotros?
—¿Qué? —dijo don Quijote—. Favorecer y ayudar a los menesterosos y desvalidos. Y has de saber, Sancho, que este que viene por nuestra frente le conduce y guía el gran emperador Alifanfarrón, señor de la grande isla Trapobana; este otro que a mis espaldas marcha es el de su enemigo, el rey de los garamantas, Pentapolín del Arremangado Brazo,  porque siempre entra en las batallas con el brazo desnudo.
—Pues, ¿por qué se llevan tan mal estos dos señores? —preguntó Sancho.
—Quiérense mal —respondió don Quijote— porque este Alifanfarrón es un furibundo pagano y está enamorado de la hija de Pentapolín, que es muy hermosa y además agraciada señora, y es cristiana, y su padre no se la quiere entregar al rey pagano, si no deja primero la ley de su falso profeta Mahoma y se vuelve a la suya.
—¡Para mis barbas —dijo Sancho—si no hace muy bien Pentapolín , y que le tengo que ayudar en cuanto pudiere!
—En eso harás lo que debes, Sancho, —dijo don Quijote—, porque para entrar en batallas semejantes no se requiere ser armado caballero.
—Bien se me alcanza eso —respondió Sancho—, pero, ¿dónde pondremos a este asno que estemos cierto de hallarle después de pasada la refriega? Porque al entrar en ella en semejante caballería no creo que está en uso hasta ahora.
—Así es verdad —dijo don Quijote—. Lo que puedes hacer de él es dejarle a sus aventuras, ora se pierda o no, porque será tantos los caballos que tendremos después que salgamos vencedores, que aún corre peligro Rocinante no le trueque por otro. Pero estáme atento y mira, que te quiero dar cuenta de los caballeros más principales que en estos dos ejércitos vienen. Y para que mejor los veas y notes, retirémonos a aquel altillo que allí se hace, de donde se deben descubrir los dos ejércitos.

Tomo de nuevo la palabra. Mientras veían avanzar a aquellos singulares ejércitos, de soldados y generales imaginados, Don Quijote comenzó, con su alocada y majestuosa forma de hablar, a sacar a luz, a la ingenua y enajenada luz de Sancho Panza, un tropel de señores principales, con sus escudos, sus banderas, sus linajes, sus nombres altisonantes, puros trabalenguas. Saltamos ahora a esta parte del relato de la aventura de los rebaños.
Estaba Sancho Panza colgado de sus palabras —las de don Quijote—, sin hablar ninguna, y de cuando en cuando volvía la cabeza a ver si veía caballeros y gigantes que su amo nombraba; y como no descubría a ninguno, le dijo:
—Señor, encomiendo al diablo hombre, ni gigante, ni caballero de cuantos vuestra merced dice parece por todo esto. A lo menos, yo no los veo. Quizá todo debe ser encantamiento, como los fantasmas de anoche..
—¿Cómo dices eso? —respondió don Quijote—. ¿No oyes el relinchar de los caballos, el tocar de los clarines, el ruido de los tambores?
—No oigo otra cosa —respondió Sancho— sino muchos balidos de ovejas y carneros.
—El miedo que tienes —dijo don Quijote— te hace, Sancho, que ni veas ni oigas a derechas, porque uno de los efectos del miedo es turbar los sentidos y hacer que las cosas no parezcan lo que son; y si es que tanto temes, retírate a una parte y déjame solo, que solo basto a dar la victoria a la parte a quien yo diere mi ayuda.
Y, diciendo esto, puso las espuelas a Rocinante y, puesta la lanza en el ristre, bajó de la costezuela como un rayo.
Diole voces Sancho, diciéndole:
—Vuélvase vuestra merced, señor don Quijote, que voto a Dios que son carneros y ovejas las que va a embestir. Vuélvase, ¡desdichado del padre que me engendró! ¿Qué locura es esta? Mire que no hay gigante ni caballero alguno, ni gatos, ni armas, ni escudos partidos ni enteros, ni veros azules ni endiablados. ¿Qué es lo que hace? ¡Pecador soy yo de Dios!
Ni por esas volvió don Quijote, antes en altas voces iba diciendo:
—¿Ea, caballeros, los que seguís y militáis debajo de las banderas  del valeroso emperador Pentapolín del Arremangado Brazo, seguidme todos! ¡Veréis cuán fácilmente le doy venganza a su enemigo Alifanfarrón de la Trapobana!
Esto diciendo, se entró por medio del escuadrón de las ovejas y comenzó a lancearlas con tanto coraje y denuedo como si de veras lanceara a sus mortales enemigos. Los pastores y ganaderos que con la manada venían dábanle voces que no hiciese aquello; pero, viendo que no aprovechaban, , desciñéronse las hondas y comenzaron a saludarles los oídos con piedras como puños. Don Quijote no se curaba de las piedras, antes, discurriendo a todas partes, decía:
—¿Adónde está soberbio Alifanfarrón? Vente a mí que un caballero solo soy, que desea, de solo a solo, probar tus fuerzas y quitarte la vida, en pena de la que das al valeroso Pentapolín Garamanta.
Llegó en esto una peladilla del arroyo y, dándole en un lado, le sepultó dos costillas en el cuerpo. Viéndose tan maltrecho, creyó sin duda que estaba muerto o malherido y, acordándose de su licor, sacó su alcuza y se la puso en la boca y comenzó a echar licor en el estómago; mas ante que acabase de envasar lo que a él le parecía que era bastante, llegó otra almendra y diole en la mano y en la alcuza tan de lleno, que la hizo pedazos, llevándole de camino tres o cuatro dientes y muelas de la boca y machucándole malamente dos dedos de la mano.
Tal fue el golpe primero y tal el segundo, que le fue forzoso al pobre caballero dar consigo del caballo abajo. Llegáronse a él los pastores y creyeron que le habían muerto y, así, con mucha prisa recogieron su ganado y cargaron de las reses muertas, que pasaban de siete, y sin averiguar otra cosa se fueron.
Estábase todo este tiempo Sancho sobre la cuesta mirando las locuras que su amo hacía, y arrancándose las barbas, maldiciendo la hora y el punto en que la fortuna se le había dado conocer. Viéndole, pues, caído en el suelo, y que ya los pastores se habían ido, bajó de la cuesta y llegó a él, y hallóle de muy mal arte, aunque no había perdido el sentido, y díjole:
—¿No le decía yo, señor don Quijote, que se volviese, que los que iba a acometer no eran ejércitos, sino manada de carneros?
—Como eso puede desaparecer y contrahacer aquel ladrón del sabio mi enemigo. Sábete, Sancho, que es muy fácil cosa a los tales hacernos parecer lo que quieren, y este maligno que me persigue, envidioso de la gloria que vio que yo había de alcanzar de esta batalla, ha vuelto los escuadrones de enemigos en manadas de ovejas. Si no, haz una cosa, Sancho, por mi vida, porque te desengañes y veas ser verdad lo que te digo: sube en tu asno y síguelos bonitamente y verás como, en alejándose de aquí algún poco, se vuelven en su ser primero y, dejando de ser carneros, son hombres hechos y derechos como yo te los pinté primero.

Hasta aquí llegamos con el relato de la aventura de los rebaños, donde una vez más Alonso Quijano soñó con ser un combativo y valiente caballero, y el bueno y noble Sancho primero siguió los sueños de su amo hasta que la práctica lo llevó a dar con la realidad verdadera, que siempre se impone sobre los que confunden deseo con realidad. Ahora vamos con Podemos; más tarde vendrán las comparaciones. De las comparaciones se dice que son odiosas; lo serán, pero en muchas ocaciones son necesarias, porque subrayan la verdad desnuda, son espejo para el cuerpo y para el alma.
Estoy, virtualmente digo, en la presentación del libro de Pablo Iglesias titulado “Medios y Cloacas”; una especie de presentación en casa, porque el público presente es de reducido número. Lejos quedaron los gloriosos baños de masas, eran otros tiempos; parece que fue ayer, y es que fue ayer cuando Podemos amaneció con gran tamaño, pero como pompa de jabón, que todo lo que es lo es absolutamente por fuera y a mayor tamaño más pronta se hace su explosión, una explosión que viene de ella misma, de la pompa de jabón que es Podemos, pero que las enajenadas cabezas de sus dirigentes se niegan a reconocer. “Medios y Cloacas”, el título es todo un anuncio de la superficialidad que uno puede encontrar en ese libro, ni regalado lo quiero; este tipo de libros alimentan la erudición, el saber enciclopédico, el saber que se basa en la información, el saber del árbol que no te deja ver el bosque, el saber de las particularidades que te niega la visión universal de las cosas, el saber de las miles opiniones, el saber que no proviene del pensar dialéctico y materialista, que es el saber que te hace conocer el mundo en su esencia, más allá de su apariencia, la apariencia y la esencia del mundo capitalista digo. Pablo Iglesias, por saber, no sabe ni siquiera como es la realidad de la propiedad de las grandes empresas capitalistas, me refiero simplemente a lo que está a la vista; una vez se refirió a la familia Botín como la propietaria del Banco Santander, cuando resulta que esta familia es propietaria del 1% de las acciones de la entidad; si estuviera liberado del saber de las particularidades, de los chismes locales de la política española, y abrazara el saber de los conceptos, el saber de lo universal, el saber que te da la obra El Capital de Marx, tendría la conciencia de que el capitalismo al desarrollarse se niega a sí mismo, de manera que la propiedad privada de las grandes empresas pasa a ser la propiedad social sobre las acciones, en concreto, el número de accionistas del Banco Santander se eleva a cuatro millones; es un principio de negación de la propiedad privada que se da en el seno del propio capitalismo, la negación total de la propiedad privada solo puede darse en el socialismo, cuando la propiedad de las grandes empresas sea propiedad absolutamente social.
La presentación del libro corre a cargo de Manu Levin, que nos dice que el derrumbe de Podemos no se debe a sus desaciertos sino a la arremetida de los medios de comunicación en contra de ellos, siguiendo los dictados de la élite española. Va mucho más lejos el enajenado hombre. Pero que lo diga Pablo Echenique en el comentario que aparece a pie del vídeo de la referida presentación: “Manu Levin explica de forma magistral como los poderes mediáticos someten a la población a terapia de aversión, aversión hacia Podemos y hacia la figura de Pablo Iglesias, de aversión metafóricamente análogas a la que someten al protagonista de la película de Stanley Kubrick “La Naranja Mecánica”. Pero el amigo Manu va todavía más lejos, y afirma que si uno —no él sino los demás ciudadanos de este reino— no quiere reconocer que no vota o ha dejado de votar a Podemos, no es porque uno tenga criterio propio, sino porque la maquinaria mediática nos la lavado a fondo el cerebro, y es por ello que vamos por ahí diciendo: “no sé por qué, pero es que Pablo Iglesias me cae fatal, no sé por qué, pero es que cuando lo escucho me pongo enfermo”. Y ahora viene lo bueno, no se vayan porque ahora viene lo bueno, bueno de chuparse los dedos, ahora viene la poderosa luz de la sin par inteligencia de este cristiano Manu Levin —que vaya Alonso Quijano con sus fantásticas enajenaciones a los planetas más alejados del Universo, porque la enajenación del señor y muy principal caballero Manu le hace una aplastante sombra cuando nos dice: “Va a parecer un poco arrogante pero es que yo si lo sé compa —ellos son así de cercanos, de buen rollo, de coleguitas, de camaradas del movimiento sin meta ni fondo del 15 M—, yo si lo sé, porque nos han inoculado a todos ese rechazo visceral, y es que aunque tu me digas que eres un libre pensador, que las televisiones no te han metido nada en la cabeza, si ha sido así, y si no lo reconoces es que eres un arrogante, te han hecho la naranja mecánica”. Y todo esto lo dice como si nos estuviera dando a conocer  los desconocidos nexos que existe entre las leyes que rigen el mundo de las partículas sub atómicas con el mundo de los cuerpos celestes que conforman el vasto Universo.
Si no es gigante enajenación la de esta gente, que llegaron a la escena política borrachos y se van a ir más borrachos de lo que llegaron, que llegaron a este mundo emocionados y emocionando —emocionando a los enajenados como ellos—y se están marchando dando patadas en el suelo, que llegaron diciendo que eran una fuerza política transversal, ni de derechas ni de izquierdas, para marcharse diciendo que han sido el partido político de izquierda de mayor éxito en este país —a ellos decir España les pone peso en los cataplines, en los humildes, que también se dice—, la izquierda de mayor éxito después de acabada la dictadura de Franco. ¿Cómo un ser con dos de frente puede ser seguidor de estos líderes de dibujos animados? La naranja mecánica se la aplicaron ellos a una buena parte de población española —llegaron a tener cinco millones de votantes— le aplicaron la naranja mecánica con su presencia continuada en los medios de comunicación que ahora ellos critican.
¡Cuánta superficialidad la suya! Proclamas infantiles, donde no hay palabra pensada sino ruido: “los de arriba y los de abajo, la casta, la gente, las élites, una fuerza política que emociona, nosotras, nosotros, nosotres, LGTBI y griega, z, x y todas las letras del abecedario que les venga a sus cabezas, ¡si se puede!, Más Madrid, en Madrid, en España,  Más País —no dicen España porque temen que sus calzoncillos, bragas o tangas adquieran el color de la bandera española; la bandera bandera es la del orgullo gay, por esa bandera si es necesario se mata— lo verde, las energías renovables, las cloacas del Estado, el derecho de autodeterminación, en Europa, en el siglo XXI! Enajenación y superficialidad juntas, una unidad tan explosiva, como lo es la unión de la falta de aseo con abundante colonia de la que se vende en botellas de a litro. No fueron responsables cuando llegaron y menos responsables son ahora que se marchan, ahora que la sociedad los echa. Hablo de responsabilidad social ante la sociedad en su conjunto y ante la clase trabajadora, la clase de los trabajadores asalariados, la clase que sigue sometida a la dictadura de la clase capitalista, nada hizo Podemos en contra de esa férrea y explotadora dictadura. Podemos siempre ha levantado la bandera de antisistema, cuando Podemos ha sido y es el sistema.
Don Quijote se valió del polvo que levantaban los dos rebaños de ovejas y carneros que venían de frente para ahondar en su tendencia de loco de confundir deseo con realidad, necesitó creer que estaba ante dos poderosos ejércitos enemigos, uno dirigido por un cristiano y otro por un pagano que pretendía esposarse con la bella hija del rey cristiano.
No puso caso a las piedras que le llovían venidas de la mano de los pastores, tan ciego estaba que seguía dando gritos y retando a Alifanfarrón del Arremangado Brazo, un ser que solamente existía en su sesera; hasta que dos piedras oportunas lo hizo bajar de su muerto de hambre caballo Rocinante y de su imaginada y aguerrida batalla. Sancho Panza estuvo al principio tomando por seria verdad el desatino de don Quijote, hasta que ya le fue imposible seguir la senda de la locura de su amo, porque de lejos todo es abstracto y a lo abstracto es fácil atribuirle cualquier verdad que uno se invente, pero de cerca lo abstracto se rinde ante la verdad de lo concreto: no eran ejércitos los que venían al encuentro, sino que eran dos rebaños de ovejas y carneros. Pero cuando Sancho intentó en varias ocaciones señalarle la verdad al noble pero loco don Quijote, este le vino primero a decirle que el miedo le hacía ver lo que no era, y, cuando las peladillas y las almendras pusieron la realidad en su sitio, sacó don Quijote el argumento que los malignos espíritus enemigos suyos, para negar la honra y virtud de sus hazañas como caballero defensor de los desvalidos y menesterosos, tornaron a todos los hombres     que componían los dos ejércitos en ovejas y carneros; así de grande era la enajenación de Alonso Quijano, confundía deseo con realidad cuando la realidad quedaba lejos y seguía con la misma confusión cuando la realidad estaba absolutamente cerca, mantenía su enajenación tanto ante la realidad abstracta como ante la realidad concreta.
Que me perdone el señor caballero don Quijote, pero ha de saber que tiene espirituales herederos, los virreyes y virreinas de la pompa de jabón Podemos, siguiendo su senda  están a la vanguardia las enajenadas figuras visibles del movimiento sin fondo y sin destino al que le llaman Podemos; su nombre lo dice todo, un nombre que debía haber sido Queremos.
¿Qué poder social y político podía edificar una formación que nacía ya atomizada, que nacía ya preñada de complejos nacionales, que negaba  lo que es grande, España, y afirmaba lo que es mezquino, sus nacionalidades y sus partidos locales? Yo me sé la respuesta, ustedes se saben la respuesta, la corta historia de Podemos a dado a conocer esa respuesta, respuesta que los enajenados machos y machas alfas de Podemos se niegan a reconocer. Iban a tomar el cielo por asalto, decían; no tenían en su poder ni siquiera el suelo —los enajenados nunca tienen los pies en el suelo— y querían apoderarse del cielo; el cielo con nubes, relámpagos, truenos y tormentas se le vino de cuajo encima, sepultados quedaron. Ahora Rocinante, liberado de tan aplastante peso, aliviado, los mira, y, al parecer,  no hay Sancho Panza que venga a socorrerlos, y si hubiera por ahí perdido algún Sancho dispuesto a prestarle ayuda, pero llevando la verdad por delante, todos estos enajenados le dirían: “No tenemos la culpa de que nos hayamos caído de nuestro cadavérico caballo, han sido los poderes mediáticos y las élites los que nos han conducido a esta calamitosa situación, nuestras ideas son correctas y poderosas, por eso nos llamamos Podemos; nosotros hemos creado el no va más de la democracia de la participación directa, los círculos”. Y en oyendo tal majadería, no le quedará más opción a ese despistado Sancho que preguntarles: “y dónde andan los círculos que hace tiempo que no se sabe de ellos nada”, y los virreyes y virreinas le responderán, con arrogante pose, al estilo del híper vanidoso Pablo Iglesias: “se han fugado con los triángulos, se fueron con los triángulos más revoltosos y otras figuras de la geometría contrarrevolucionaria. Pero los círculos, la democracia, no es cosa para estar hablándola ahora, lo importante ahora son otras cosas. Has de saber amigo Sancho, compa, colega, camarada, camarada porque ahora hemos vuelto a ser comunistas, hemos vuelto a levantar el puño, has de saber que aunque tu estés convencido de que eres un espíritu libre, que no eres un espíritu gregario, que eres un espíritu con criterio propio, has de saber que andas muy mal encaminado, que esa creencia tuya  está muy lejos de ser cierta; aunque tú no lo creas te han lavado a conciencia la sesera; no niegues con la cabeza, no seas arrogante y reconoce que te han hecho la todopoderosa naranja mecánica; a ti, a nosotros no, obviamente, por eso es que somos y seguimos siendo Podemos”. Ese futuro Sancho, el que tuvo que soportar tan enajenada plática, si ustedes que me leen o me escuchan se toman la molestia de coger sitio en la máquina del tiempo, lo encontrarán en días venideros, en cualquier calle de cualquier ciudad del amplio mundo, lo encontrarán cantando una tonada de letra corta pero efectiva: si lo sé no vengo.
 

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