domingo, 28 de agosto de 2022

El coche que nadie compra

Martin Krause ideólogo capitalista de nacionalidad argentina, con el fin de demostrar que el valor de las mercancías no está determinado por el tiempo de trabajo socialmente necesario para su producción, acude a una ilustración que reza más o menos así: “Estoy durante dos años fabricando un coche, lo tengo ahora fuera de mi casa, en la calle. Un vecino que por allí pasa se le queda mirando y yo le digo que si me lo quiere comprar y él me da una negativa diciéndome que para él ese auto no tiene valor alguno”. De ahí concluye el señor caballero Krause que el valor de las mercancías es subjetivo. Resulta escandaloso y decadente que alguien que es un enano intelectual comparado con el gigante Karl Marx, se enfrente a él desde la vulgaridad más completa, desde la ignorancia y enajenación más extremas, mediante el recurso de un ejemplo tan ramplón y tan pueril; así de pobre y escuálida es la industria intelectual de don Martin. Yo soy materialista y Hegel es idealista, si yo pretendo enfrentarme a Hegel tengo que acercarme a su nivel intelectual, si no, mejor que siga de largo, para no quedar con las posaderas al descubierto, a la vista de todo el mundo, a la vista de los amigos y de los enemigos. En el modo de pensar de Karl Marx hay siempre desarrollo de conceptos, hay juicios, concatenaciones, problemas teóricos que se resuelven por la vía del razonamiento del materialismo dialéctico; por el contrario en el modo de pensar de Martin Krause hay solamente un ejemplo de lo más vulgar y de lo más absurdo. Todos estos ideólogos del capitalismo siempre actúan de manera no científica dado que basan sus pueriles argumentos en ejemplos que no se dan nunca en el mundo real. Pero sea como sea, no voy a proceder yo como proceden muchas personas que se autodenominan marxistas, que a donde más lejos llegan es a la burla y a pasar tapándose los ojos y los oídos, yo voy a proceder elaborando una crítica a lo expuesto por el señor caballero Krause. Más marxista que Karl Marx no hay nadie, pues que hable el amigo Karl Marx: “Podría parecer —dice Marx— que si el valor de una mercancía viene determinado por la cantidad de trabajo gastada en su producción, cuanto más holgazán y menos diestro sea un hombre, tanto más valiosa será su mercancía, puesto que tanto más tiempo consume en su elaboración. El tiempo de trabajo con el que hay que contar es con el tiempo de trabajo socialmente necesario. El tiempo de trabajo socialmente necesario es el tiempo de trabajo requerido para representar cualquier valor de uso con las existentes condiciones de producción socialmente normales y el grado medio de habilidad e intensidad de trabajo.” Fin de la cita. Debemos preguntarnos: ¿Cuánto tiempo se tarda en fabricar un coche? Actualmente ese tiempo es de 16 horas, ese es el tiempo de trabajo socialmente necesario para la producción de un coche; así que nuestro amigo Martin tiene que saber que los dos años de fabricación de su coche equivale únicamente al valor de 16 horas de trabajo. Tal cosa no es una decisión suya ni del posible comprador que encuentre, no es una cosa subjetiva, sino que es una cosa absolutamente objetiva. Esta gente procapitalista acude siempre a ejemplos que están fuera del mundo real, ejemplos que solamente pueden existir en sus mezquinas y enajenadas cabezas, y hablan siempre como si viviéramos en un mundo de productores individuales. El coche ideal del amigo Martin —que me perdone la confianza— es un coche de producción individual, pero cuando la producción era individual, hace ya siglos, no existían los coches, ni siquiera en las cabezas de los más agudos de los adivinadores del mundo futuro, los coches son de la época de la producción social. Así que para que el ejemplo del coche sea válido científicamente este ha de ser un coche producido socialmente. Resumiendo, el argumento del señor caballero Krause tiene dos fallas fundamentales. La primera es que su ejemplo no está sacado de la realidad sino que está sacado de su imaginación, la realidad es que los coches no son de producción individual sino que son de producción social. La segunda es que el tiempo de trabajo de producción de una mercancía no es cualquier tiempo de trabajo sino que es el tiempo de trabajo socialmente necesario, el cual está determinado por las condiciones socialmente normales y el grado medio de habilidad e intensidad de trabajo. Como el tiempo de trabajo para producir el coche de don Martin excede de una manera descomunal del tiempo socialmente necesario, no puede venderse, esto es, no puede realizarse como valor y al no realizase como valor tampoco puede realizarse como valor de uso. Nada hay de subjetivo en el mundo real de la economía, todo es objetivo, en el mundo del capitalismo ideal el valor es subjetivo. En el mundo ideal se sueña pero es en el mundo real donde se vive.

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