sábado, 13 de agosto de 2016

El anillo de la novia


En una revista de la llamada prensa rosa me encuentro con que un rico empresario, propietario de una empresa de inversiones, le ha regalado a su novia un anillo de compromiso valorado en 235 mil euros; cosa  que  se presenta como una elevada muestra de amor, de romanticismo. Lo que debería presentarse como un acto de criminal injusticia social, el regalo de un anillo de un descomunal precio, al tiempo que cientos de millones de personas malviven en la pobreza extrema, se presenta, sin embargo, como un acto de sublime enamoramiento. Qué dirán los que en un futuro, desgraciadamente lejano, se asomen, por medio de los libros de historia, a este bárbaro mundo nuestro, el mundo capitalista dominado por el parasitario capital financiero, y vean esta extrema e inhumana desigualdad social, realidad que es una y otra vez ocultada por los medios de comunicación que están al servicio de estos capitalistas parasitarios.
Este hombre, al que se le llama empresario, en realidad no crea empresa alguna, ni empresa comercial, ni empresa industrial; así que el nombre que verdaderamente le corresponde es el de especulador: comprar una cosa ya producida, viviendas, por ejemplo, para cuando la ocasión sea propicia, venderla por un precio mucho más elevado. Por medio de la actividad financiera, no productiva, especulativa, este hombre, al que se le da el inadecuado nombre de empresario, se apropia de una inmensa riqueza que ha sido producida socialmente, la producción de viviendas, por ejemplo, y de esa riqueza saca la mezquina cantidad, mezquina en relación a su bolsillo, de 235 mil euros, con el que le compra un anillo a su novia.
En el mundo hay millones de personas que viven, permanecen sin morir, con un euro al día; lo que se paga por este anillo es equivalente al valor del mezquino alimento con el que viven en un día 235 mil personas. La ciudad donde yo vivo tiene una población de unas 370 mil personas ¿Por qué no hacemos el esfuerzo, por el amor que le debemos al prójimo, de imaginarnos a la amplia mayoría de esa población viviendo con un euro al día, al tiempo que un parásito millonario paga por un anillo 235 mil euros? ¿Por qué no hacemos el esfuerzo de imaginarnos a nosotros mismos viviendo con un euro al día? ¿Por qué nos hacemos el esfuerzo de poner juntos a la riqueza extrema y la pobreza extrema? ¿Por qué no hacemos el esfuerzo en no dejar de pensar en esta criminal desigualdad? ¿Por qué no hacemos el esfuerzo de permitir que el sufrimiento de esas personas sea mentalmente nuestro sufrimiento, hasta que nuestra sangre comience a hervir?
Forma parte de la ideología capitalista el presentar la descomunal riqueza en manos de unos pocos separada de la extrema pobreza, y enarbolar la bandera de la lucha en contra la pobreza, dejando intacta la extrema riqueza concentrada en manos de unos pocos; enarbolar la bandera de la lucha por la consecución de un utópico mundo, un mundo de ricos sin pobres.
En nuestro punto de mira están siempre los políticos y el sueldo de los mismos, y en nuestra boca están siempre sus nombres. En nuestro punto de mira no están estos parásitos capitalistas, ni está el tamaño de la descomunal riqueza de la que son propietarios, y, ni mucho menos, están en nuestra boca sus nombres.

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