domingo, 13 de marzo de 2016

El derecho a decidir


En España hay una izquierda, que dice estar más allá de la izquierda reformista (PSOE), que milita de forma extrema en el atomismo, una izquierda mezquina, agarrada siempre a lo pequeño, a la particularidad y a lo local; su más destacada bandera es la de la reivindicación del derecho a la autodeterminación y a la independencia. Es una izquierda enajenada, porque no hay correspondencia entre su modo de existencia y la realidad que pretende, en vano, transformar; esta realidad es la de un mundo globalizado que se ha ido configurando en grandes regiones económicas, esta realidad es la del reinado explotador del capital financiero que existe a nivel mundial y que opera a nivel mundial. Esta izquierda mezquina pretende oponer la debilidad de lo particular a la fortaleza de lo universal, lo atomizado a lo molecular, la acción política dispersa de pequeños partidos a la acción económica conjunta del poder financiero. Esta izquierda mezquina está siempre en lo político y casi nunca en lo económico; es una izquierda que es más del sistema de lo que ella imagina. La formación política Podemos está en buena parte incluida en esta izquierda atomizada y mezquina.
Piensa esta izquierda que la reivindicación de un determinado derecho es siempre algo revolucionario, que es independiente de lo temporal y de lo espacial, esto es, que puede plantearse en cualquier parte del Planeta y en cualquier época histórica. En la época feudal, los países de Europa eran sumas de pequeños reinos unidos más por la endeblez de lo político que por la solidez de lo económico; siglos han sido necesarios para que estos países constituyan una unidad verdadera en lo político y en lo económico, y a saber si se necesitan siglos para que Europa se constituya definitivamente en una unidad superior a la de cada uno de sus países miembros. Plantear en el siglo XXI, en la Europa moderna y desarrollada, el derecho a decidir es proponer la vuelta a un pasado muy lejano, tan lejano, que resulta extremadamente reaccionario ese planteamiento.
El derecho a decidir que debe plantear una izquierda que sea verdaderamente radical, verdaderamente revolucionaria, es el derecho a decidir que se basa en la propiedad social de los recursos financieros y de las grandes empresas de la industria y del comercio; o si no que le pregunten a los griegos donde quedó su derecho a decidir cuando en referéndum dijo no a la política económica de austeridad y dijo sí a un partido de la izquierda radical que ostenta el gobierno, partido que desde su pequeñez (Grecia representa solamente un 2% de la economía europea) ofreció a su pueblo la utopía del paraíso terrenal dentro de la estructura económica capitalista y contando sólo con su mezquina fuerza.
¿Cómo puede lo disperso, lo atomizado, transformar lo que nos es disperso? ¿Cómo puede, por ejemplo, la propiedad pequeña crear la gigante riqueza que crea la propiedad grande? ¿Cómo puede el Socialismo hacerse realidad si no es en base a la existencia material de lo grande, en base a las grandes empresas de los recursos financieros, del comercio y de la industria, en base a las grandes y desarrolladas regiones económicas?
La izquierda mezquina, la izquierda atomizada, es un reaccionario muro de contención para el movimiento de  transformación de la sociedad capitalista en sociedad socialista.