sábado, 30 de mayo de 2015

Arte y Realismo


De la tierra del gigante Hegel vengo, Alemania. Una joven muchacha, alumna de dos profesoras que estudian con mi método de educación musical y pensamiento, participó en el Jugend Musiziert, dentro de la categoría “Musicales”. El musical elegido, parte del mismo, fue West Side Story de Leonard Bernstein. El jurado señaló dos cosas negativas de la ejecución del musical: (1) No resulta creíble que una joven pobre de Puerto Rico pueda bailar como si hubiera recibido una alta educación en la Danza. (2) El monólogo final es muy filosófico para que pueda ser dicho por una joven pobre de Puerto Rico. Resulta muy frustrante que un largo y elaborado trabajo de muchos meses, el realizado por la alumna y por sus profesoras, sea juzgado en un santiamén por un jurado que tiene un concepto del arte tan superficial, tan vulgar y tan pueblerino.
Ante esta crítica lo que en primer lugar hay que señalar es que tal crítica afecta al contenido del libreto del musical en cuestión, y no a la interpretación del mismo. Lo que se ha de juzgar es la interpretación y no la creación.
El intérprete de un Musical se enfrenta a tres disciplinas artísticas: Canto, Danza y Teatro. Si seguimos la lógica de este jurado, la de que no resulta creíble que una joven pobre de Puerto Rico pueda bailar como si tuviera una alta educación en Danza, tampoco resultaría creíble que cantara como si tuviera una alta educación en Canto y que actuara como si tuviera una alta educación en Teatro. La lógica de este jurado es la lógica de la dictadura de lo absurdo; digo dictadura porque el que juzga sin saber, dando premio o negando premio, hace un ejercicio de impune dictadura. Este jurado, de profunda y escandalosa ignorancia, confunde la realidad social del personaje con la capacidad artística del intérprete, capacidad que cuanto más grande sea mayor será su calidad como interprete.
Dice Hegel que el concepto vulgar que del arte se tiene es que cuanto más fielmente el arte copia la realidad más elevado es. Este es el concepto que este jurado tiene del arte, a las pruebas me remito. Si el arte tuviera como lo más elevado copiar fielmente la realidad, llegaríamos al inevitable resultado de que el Original (la realidad) sería siempre superior a la Copia (el arte), la existencia del arte, entonces, carecería de sentido. El arte es arte porque supera con creces a la realidad, colocando junto a esta realidad algo distinto a ella. El arte es arte en la medida que supera la superficie de la realidad y penetra en su profundidad.
Pensemos, por ejemplo, en El Quijote de Cervantes, en el momento en que un cabrero cuenta la historia del desgraciado en amores, Grisóstomo, una historia contada en elevado arte literario, tanto en el contenido como en la forma. Si nos guiáramos por el vulgar concepto que del arte tiene el referido jurado tendríamos que desechar esta parte del de El Quijote y, ya puestos, tendríamos que desechar El Quijote entero. El verdadero arte literario no consiste en reproducir fielmente el cabrero de la época donde se sitúa El Quijote, sino que consiste en crear un cabrero, el de la obra literaria de El Quijote, que sea distinto al cabrero de la realidad y que se eleve por encima de éste. Está el cabrero de la realidad y está el cabrero de la Literatura, si ambos fueran lo mismo ¿qué sentido tendría el arte de la Literatura? Lo mismo cabe plantearse para todas las artes.